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La decisión de... Arthur Miller y William Styron

• Una dilatada visita a La Habana • Recibidos por el Presidente Fidel Castro
• Encuentros con intelectuales y estudiantes

POR MIREYA CASTAÑEDA—de Granma Internacional—

CLASICOS, míticos, cualesquiera sean los calificativos que usted desee, puede anteponérselos a los nombres de dos grandes de la literatura universal contemporánea: el dramaturgo Arthur Miller y el novelista William Styron.

Llegaron a La Habana (8 –12 de marzo) "con el corazón y la mente abiertos", con el convencimiento de que la cultura "puede tender puentes entre los países", y así dinamizar las relaciones entre su país y Cuba.

El viaje fue organizado por William Luers, ex subsecretario de Estado en la administración Carter y quien, como tal, participara en las conversaciones para la apertura de Oficinas de Intereses entre la Isla y Estados Unidos.

El grupo de intelectuales norteamericanos estuvo integrado además por Inge Morath, considerada una de las más importantes fotógrafas de la actualidad y esposa de Miller; la poetisa Rose Styron, esposa de William; la presidenta del Lincoln Center de Nueva York, Linda Janklow; el editor Morton Janklow, y Wendy Luers, de la Junta Directiva del National Endowment for the Arts.

Constantemente asediados por la prensa, fue el propio Luers quien respondió que la presencia de todos en La Habana es de por sí un mensaje, pues el intercambio cultural constituye un elemento de importancia en la comprensión que tengan unos de otros.

Luers subrayó que "dentro y fuera del Gobierno siempre he defendido que deben dinamizarse las relaciones con Cuba, y lo que está sucediendo ahora es algo que debió ocurrir hace mucho tiempo".

El encuentro con el presidente Fidel Castro fue confirmado por Wendy Luers, quien —expresó—conversaron en dos ocasiones, y en las cuales estuvo presente además Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura (quien acompañó al grupo durante el recorrido por Finca La Vigía, la residencia habanera de otro Nobel, Ernest Hemingway).

Los intelectuales norteamericanos se reunieron también con el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, y el canciller Felipe Pérez Roque; sostuvieron encuentros con colegas cubanos en la Casa de las Américas y la Fundación Ludwig, y conversaron con estudiantes en la Universidad de La Habana y el Instituto Superior de Arte (ISA).

Miller (1915) y Styron (1925) fueron constantemente abordados, naturalmente, acerca de sus obras, bien conocidas en Cuba, algunas de ellas por sus versiones cinematográficas.

El dramaturgo de Las brujas de Salem y La Muerte de un viajante y narrador de Los inadaptados dijo que nunca se involucró con la producción cinematográfica de esas obras, mas, ciertamente, tiene su opinión: en general no está satisfecho con las versiones.

Durante el diálogo en el ISA, Miller abundó acerca del personaje de Willy Loman, el viajante desocupado que se debate en la angustia. Manifestó que al actor Frederic March "lo convirtieron en un loco, cuando era muy cuerdo", pues los estudios "no querían problemas con la denuncia social". Luego, en otros diálogos habló positivamente de la actuación, en ese rol, de Lee J. Cobb y aceptó la versión del director Volker Schlondorff (1985) con el actor Dustin Hoffman encarnando a Loman.

Con respecto a Las brujas de Salem (donde, según comentó, quiso ir más allá de la intolerancia a reflejar el maccarthismo, "uno de los peores momentos de la historia de mi país") aceptó la primera versión realizada en Estados Unidos, en 1996 —la pieza es de 1953— interpretada por Winona Ryder y Daniel Day-Lewis, bajo la dirección de Nicholas Hytner.

La propia intolerancia que denuncia Miller impidió una filmación anterior en Estados Unidos, y así Las brujas de Salem llegaron al séptimo arte a través de Francia: adaptada por Jean Paul Sartre y con Simone Signoret y Mylene Demongeot en los protagónicos.

En 1961, de un cuento de Miller aparecido en la revista Esquire, en 1957, nació el guión para Los inadaptados, llevado a la pantalla grande por John Huston. Resultó el canto del cisne para Clark Gable (quien murió en el rodaje) y en el cine para Marilyn Monroe (quien como todos conocen fue esposa del dramaturgo). La cinta tenía además en su casting a Montgomery Clift y Eli Wallach, pero los grandes nombres no la convirtieron en éxito ni en cinta para recordar más allá de las anécdotas de la propia filmación.

El otro grande, William Styron (Las confesiones de Nat Turner; La larga marcha), aparentemente ha tenido más suerte con el cine, pues su La decisión de Sophie, en 1982, bajo la dirección de Alan Pakula y con la reina Meryl Streep, y Kevin Kline en los protagónicos, alcanzó éxito absoluto entre los espectadores, en extraña conjunción de crítica y hasta de premios (varios Oscar).

¿Y la literatura? Con más de 45 000 títulos publicados cada año en Estados Unidos —apuntó Miller— me es difícil enjuiciar la literatura norteamericana de hoy, de cualquier forma, consideró que "las vanguardias literarias han sido absorbidas", que "no puede hablarse de tendencias", y "los temas de la prosa son convencionales".

El editor Morton Janklow, por su parte, reflexionó que tal vez las mejores expresiones de la literatura de hoy en su país se están escribiendo entre las llamadas minorías, y entre ellas destacó la hispana.

Arthur Miller y William Styron concluyeron su estancia en La Habana satisfechos de haber decidido el viaje y confiados en que las barreras que lo habían dilatado no existirán en el futuro.


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