Lo sé, no volverás. tomaste el tren destino ningún lado de madrugada. el tren de madrugada. y sé que no volverás. hay que seguir el norte, me decías, y siempre mirar por la ventana, como esperando ver el mar. aunque esta vez tus ojos no miren con deseo. sólo miedo en tus pupilas temes que algún día las cosas que dejaste te coman a horcajadas las entrañas, el alma desteñida. lo sé no volverás. podría cantarte los más hermosos versos esta noche, versos que hagan trizas el amor, letras arrojadas sin piedad contra tu quebradizo rostro. palabras del holocausto palabras que abandonen su propia condición para tocar la muerte, palabras que abandonen su propia condición para su vida sangrante enloquecida. gemidos que hablen del hombre y su locura, de lo empecinado que no existe y se repite. muerte. podría cantarte los más hermosos versos esta noche, como una bestia sedienta de lujuria, animal acorralado por el deseo. podría romper tu corazón y tu cabeza arrancar de tu cintura mentiras y veneno, arrojar al mar los últimos recuerdos y dejarme caer entre tus piernas. me gusta sobremanera arrancar de tu cintura mentiras y veneno un no poder estar sin ti monta guardia día y noche crece vertiginosamente por encima de todos mis conflictos (ambivalencias brutales que me acongojan). un no poder estar sin ti revienta en mil pedazos mi estructura crece ineludiblemente más allá de todas mis verdades (que queman y que marcan sin ser vistas). un no querer estar sin ti es la fuerza motriz de mi esperanza, en esta fuerza motriz de mi esperanza, en esta madrugada vacía de tu cuerpo he sentido el sol bañando mis deseos. tuve alas, mi amor y soñé que nuestro vuelo era infinito.