Alfredo Bryce Echenique - El amor, absolutamente melancólico




 Hay amores livianos tan efímeros como cálido soplo de viento; también pueden
 ser apasionados, sexuales; otros dulces, suavísimos, o violentos, odiosos;
 raros son los espirituales e intelectuales; poco corrientes los afectados e
 histéricos.
 Del fracaso que conllevan estas formas de amar, nace el melancólico deseo de
 un amor único que absorba la vida entera. ¿Cómo es este amor que podemos
 definir absolutamente melancólico porque es inalcanzable?
 Ante todo debemos saber qué es el absoluto.
 Hegel afirma que el absoluto es el espíritu, y ésta es su mas alta definición.

 Entonces, el amor absoluto es un amor "de espíritu a espíritu, la conjugación
 sorprendente de un diálogo, el resultado dichoso de una afinidad descubierta".

 Hegel lo explica con toda claridad : "El amor absoluto es el Yo que se refleja
 en otro ser diferente". De lo que se deduce que mi Yo no es el que soy, es una
 persona que está ahí, a quien miro y regocija mis ojos. Desde este momento
 descubro que mi realidad íntima se refleja en un ser ajeno, extraño, que
 profundamente me afecta y deja perplejo.
 Sin embargo, en esta unidad se conserva la oposición Yo y Tú.
 Martin Buber, por el contrario, piensa que sólo el otro puede realizar al uno
 solitario, mediante la comunicación de los espíritus (materialidad sonora de
 la palabra), para vivir un amor absoluto.
 El problema consiste en cómo salvar las diferencias que caracterizan a los
 seres que han llegado a esta unión amorosa, porque existe siempre un peligro :
 que el odio brote del amor mismo y soldifique la relación en trágica. Por
 ello, el amor absoluto debe ser absolutamente absoluto, es decir, llegar a la
 total identidad con otro ser, en la que desaparecen tanto armonías como
 discrepancias.
 Cabe también la posibilidad de que vea al otro como espejo de sí mismo y su
 realidad se diluya sacrificada a mi realización personal. Igualmente, el otro
 puede desear que cumpla suis fu¿ines de desarrollo individual, y se vayan
 diluyendo nuestras subjetividades en una tortuosa y egocéntrica lucha de
 dominio recíproco. Luego el amor absoluto no es una realidad armoniosa del
 espíritu, como afirma Hegel, ni basta amar espiritualmente para encontrar la
 dicha.
 Amor absoluto puede ser el que se siente por el otro al descubrir la
 semejanza. En este caso, ama no para sí mismo, sino para compenetrarse y
 unirse, conservando la propia identidad, y para poder descubrir am amado
 único, que sólo se logra por la mutua objetividad.
 Los que aman absolutamente no buscan la absorción del otro y sí, por el
 contrario, descubrir la realidad singular de cada cual, como los personajes de
 Chejov, para quienes el amor es un hallazgo sorprendente que sólo mas tarde
 pueden explicarse.
 Ahora bien, me parece que el amor absoluto es algo fantasmal, porque si dos
 seres llegan a un punto de tan extrema coincidencia, no pueden sentirse
 realidades independientes, son tan sólo relfejos de una misma conciencia,
 enlazados en esa identidad sombría.
 La escencia del amor es borrar las diferencias hasta que los amantes olvidan
 su realidad personal.
 Tanto se aman, que se desconocen totalmente y parce como si no quisieran saber
 nada el uno del otro. Gozan y se deleitan contemplando, embebidos por su
 deliquio amoroso, ajenos a sus mundos originales.
 Aman sin explicarse el porqué ni el para qué del amor, sencillamente está ahí
 como identidad que impele el uno hacia el otro.

 El amor absoluto se revela como prisión recíproca de los amantes para crear un
 todo de sí mismos, ese único platónico que ignora los otros seres, y en el que
 desaparece un mundo real.
 Esta realización del Yo en el Tú, que soñaba Emmanuel Mounier para escapar al
 egocentrismo burgués, demuestra un amor que clausura a los amantes
 separándolos de la comunidad humana.
 Otra forma de amor absoluto la expresa el personaje de L'amour fou, de André
 Breton, para quien la locura amorosa es realizar un sueño que de repente se
 encarna en un ser que se ve en una esquina o al cruzarse las miradas.
 La melancolía secreta de muchos hombres y mujeres es poder vivir este amor
 loco. La liberación del deseo sexual en estos días, proporciona la libertad
 necesaria para encontrar realmente el ideal escondido en el subconsciente y
 que de súbito se refleja en un rostro.
 Toda la poesía de Paul Eluard celebra : "ese único ser que acaba de
 confundirse con una criatura, que el pensamiento y las palabras no alcanzan
 jamás". La melancolía que crea el deseo de una criatura imaginada en la
 adolescencia o aparecida en una noche de imsomnio, influye de tal forma en la
 conducta de un individuo que puede situarlo en circunstancias favorables a su
 consecución.
 André Bretón señala : "El azar es la coincidencia de una casualidad externa y
 una finalidad interna." Y narra el encuentro inesperado, en un café
 deVilleneuveles-Avignon, el 29 de mayo de 1934, con una muchacha
 "escandalosamente bella".
 Al regresar a París, exaltado por el objeto de su amor, una noche abre uno de
 sus libros y lee un poema titulado Girasol, que había escrito en 1923: era la
 narración anticipada de su aventura.
 El presentimiento, según los surrealistas, es una conjetura que nace del libre
 juego imaginativo de la introspección.
 En la sombra de una realidad melancólica vivien un amor absoluto los
 personajes de ese maravilloso cuento de Chejov, La dama del perrito,
 asombrados de su encuentro al borde del mar en Yalta, y no saben porqué se
 aman. "Hay algo en ella que inspira lástima", dice él, y se despide con el
 propósito de no verla mas. Pero vuelve a buscarla una, otra vez, y se abrazan
 melancólica, cálidamente. Están unidos por su melancolía de amor y se
 enternecen al mirarse entre penumbras, pues saben que su amor absoluto no
 tiene perspectivas ni futuro.
 ¿Cómo librarse, en efecto, de tan insoportables tormentos? Y les parecía que,
 pasado algún tiempo, la solución podría encontrarse, y empezaría entonces una
 relación maravillosa".
 Este amor absoluto, fantasmal e invisible como el espíritu, deja una triste e
 incurable melancolía.
 Recordemos otra historia de Chejov, Ojos negros, donde el sorprendente y
 maravilloso encuentro con la mujer única, en el balneario, y su posterior
 abrazo clandestino en el granero de una casa se disuelve en memoria
 melancólica.
 El amante confiesa que de ese amor conserva solamente instantes delicados y
 supremos ensartados en el hilo del recuerdo, que se irán perdiendo con el paso
 del tiempo.
 Asimismo los cuentos que titula Era ella y El beso, significan que en la
 entrega absoluta nunca sabemos quein es realmente el ser que estrechamos en
 nuestros brazos, o nos da un beso en la oscuridad del bosque.
 La conclusión de Hegel, en la Fenomenología del espíritu, esa gran historia
 novelada de la conciencia del hombre, reafirma "como el espíritu es infinito,
 la historia nunca tiene fin".
 Quizá el amor absoluto es una quimera, como Dios, una ilusión necesaria del
 conocimiento. Y puesto que el amor absoluto no puede realizarse, es tan sólo
 el encuentro de dos seres que dura una corta eternidad, nos deja el sabor
 melancólico del infinito, o crea la ansiedad desesperada del bien único apenas
 vislumbrado en los tiernos abrazos, o del sol radiante del mediodía cuya
 búsqueda desesperada acabó de enloquecer a Van Gogh.
 "El absoluto es la absoluta identidad consigo mismo", afirmó Hegel.
 Esta soledad radical del amor absoluto crea una melancolía analítica y
 enturbiadora.