Fredric
Brown
- La primera expedición marciana
- dijo el profesor de historia -, la que siguió a la exploración preliminar
mediante astronaves de reconocimiento que no llevaban más que un solo hombre a
bordo y cuya misión era investigar las posibilidades de establecer una colonia
permanente en el planeta, trajo un gran número de problemas. Uno de los más
embarazosos era: ¿en cuántos hombres y en cuántas mujeres tenía que repartirse
la tripulación de treinta personas que partiría hacia Marte?
- Había tres teorías al respecto.
- Según la primera, la astronave
debía llevar quince hombres y quince mujeres, entre los cuales, sin ninguna
duda, la mayor parte encontraría recíprocamente el compañero o la compañera que
daría un rápido impulso a la colonia.
- Según la segunda, debían haber
veinticinco hombres y cinco mujeres (todos ellos dispuestos a firmar una
renuncia a toda veleidad de monogamia), por la sencilla razón de que cinco
mujeres podrían satisfacer fácilmente a veinticinco hombres, y que veinticinco
hombres satisfarían aún con mayor razón a cinco mujeres.
- Finalmente, los defensores de
la tercera teoría declararon que la expedición debía componerse de treinta
hombres, ya que, en estas condiciones, los hombres se hallarían en mejor
disposición para concentrarse eficazmente en el trabajo que les esperaba. Y se
añadía que, puesto que una segunda nave interplanetaria seguiría dentro de un
año aproximadamente, y que podría llevar principalmente mujeres, no sería una
privación demasiado cruel para los hombres el mantener el celibato durante ese
intervalo. Más aún teniendo en cuenta que ya estaban habituados: las dos
escuelas de Cadetes del Espacio, una de hombres y otra de mujeres, no admitían
la derogación de la separación de sexos.
El Director de Expediciones
Interplanetarias cortó la discusión por medio de un simple expediente... “¿Sí,
señorita Ambrose?”
Una chica, en la clase, acababa
de levantar una mano.
- Señor profesor, ¿esta
expedición era la que estaba comandada por el capitán Maxon? ¿El llamado Maxon
el Campeón? ¿Puede decirnos usted de dónde le viene ese sobrenombre?
- Estoy llegando a ello, señorita
Ambrose. En las clases inferiores se les ha contado la historia de la
expedición, pero no toda la historia. Ahora son ya lo suficientemente mayores
como para comprenderla.
- El Director de Expediciones
Interplanetarias liquidó la disputa, cortó el nudo gordiano, anunciando que los
miembros de la expedición serían elegidos por sorteo, sin consideración de
sexo, entre los alumnos de las clases de fin de estudios de las dos Academias
del espacio. No hay que señalar que con esto se ponía a favor de la relación de
veinticinco hombres y cinco mujeres, puesto que la escuela de hombres contaba
cerca de quinientos alumnos en la clase superior, mientras que la de mujeres
contaba solamente con cien.
Según la ley de las
posibilidades, la proporción de elegidos tendría que haber sido de cinco
hombres por una mujer.
- Sólo que la ley de
probabilidades no es aplicable a una serie de elecciones al azar considerada
particularmente. Y ocurrió que, en el sorteo en cuestión, veintinueve mujeres
escogieron la papeleta señalada, contra un solo hombre.
- Todo el mundo, salvo las
felices afortunadas, por supuesto, protestó con vehemencia, pero el Director
permaneció inconmovible; el juego había sido honesto, y rehusó cambiar lo más
mínimo de la lista establecida. Su única concesión, destinada a aplacar las
protestas masculinas, fue designar a Maxon, el único hombre, como capitán. La
astronave partió, y el viaje fue excelente.
- Y cuando la segunda expedición
desembarcó en Marte, encontró la población duplicada. Exactamente doblada: cada
mujer miembro de la primera tripulación tenía un hijo, y una de ellas había
tenido gemelos, lo que hacia un total de treinta niños.
- Sí, señorita Ambrose, veo su
mano a punto de levantarse, pero déjeme terminar. No, no hay nada de
sensacional en lo que les he dicho hasta ahora. De acuerdo, mucha gente podrá
pensar que la moralidad del asunto es más bien dudosa, pero no es una gran
hazaña para un hombre, si se le da tiempo suficiente, el dejar encinta a
veintinueve mujeres.
- El sobrenombre del capitán
Maxon deriva del hecho de que los trabajos sobre la segunda astronave fueron
mucho más aprisa de lo que había sido previsto, y que la segunda expedición
llegó no un año, sino solamente nueve meses y dos días más tarde.
- ¿Responde esta aclaración a su
pregunta, señorita Ambrose?
FIN
Escaneado por Sadrac 1999