Tema 61
El arte barroco

Última revisión junio del 2008. Ver un resumen.

Introducción *
Arquitectura *

Italia *
Francia *
Europa central *
Inglaterra *
España *
Hispanoamérica *
Otros países *
Escultura * Italia *
Francia *
España *
Otros países *
Pintura * Italia *
Francia *
Inglaterra *
Flandes *
Holanda *
España *
Bibliografía *

Tema

Introducción

     El arte barroco se desarrolla entre los siglos XVII y XVIII. La palabra viene del portugués berrueca, que significa perla deforme, y del francés baroque y está utilizada en tono peyorativo. El barroco es visto durante mucho tiempo como una aberración del arte porque traiciona los principios clásicos de armonía y belleza. Sin embargo, ha contribuido al concepto occidental del arte más aún que el Renacimiento. Según Woelfflin las diferencias son:
 

Renacimiento
____________ Barroco
Visión plástica y contornos
______frente a____
visión pictórica y apariencia.
Composición en planos
______frente a____
composición con profundidad.
Formas cerradas
______frente a____
formas abiertas.
Unidad compositiva
______frente a____
subordinación al motivo.
Claridad absoluta de cada objeto
______frente a____
claridad relativa.

     Durante la época del Barroco Europa está sumida en continuas guerras, de la Reforma y la Contrarreforma, que no terminarán hasta la independencia de Holanda, y el afianzamiento del absolutismo monárquico, sobre todo en el centro del continente. El arte será el vehículo de propaganda tanto de la Iglesia de la Contrarreforma, como de los Estados absolutistas o de la burguesía protestante. Se trata de un arte seductor que apela a la imaginación, la sensualidad y el dinamismo, para lo que se vale de la teatralidad compositiva.

     En el barroco la figura humana se alza como objeto decisivo del arte, pero no en su forma idealizada, sino en cualquier aspecto, ya sea este bello o feo, sublime o cotidiano. Además, aparecen, también, otros temas más banales, que toman carta de naturaleza y se ponen en primer plano de la composición, como los animales, lo inanimado, la caza, los bodegones, los trabajos, etc. La consigna es el realismo.

     En holanda la escuela flamenca aprecia el intimismo como un valor dentro del arte. Aparecen los primeros paisajes como protagonistas, aunque siempre humanizados.

     El barroco recurre a la exageración. La elegancia no se encuentra en la sencillez sino en lo complicado.

     En el barroco podemos distinguir tres períodos: temprano o primitivo, de 1580 a 1630, pleno, de 1630 a 1680, y tardío o rococó, de 1680 a 1750.

     En su última etapa, el rococó lleva al arte el triunfo de la pura estética y la belleza intrascendente.

Arquitectura

     En el barroco la arquitectura va, frecuentemente, unida al urbanismo. Los edificios más representativos son los civiles, con interiores recargados de decoración, plantas complicadas y originales soluciones para las cubiertas. Emplea el orden gigante.

     La ciudad se vuelve escenográfica. Es el escenario del teatro de la vida. Se crean perspectivas visuales sobre un punto de referencia, pero, también, lugares singulares, plazas y rincones acogedores. Todo ello es un reflejo del poder, ya sea este civil o religioso.

     El palacio es el típico edificio de vivienda urbana para las familias poderosas. Se caracteriza por sus fachadas dinámicas, con curvas y contracurvas, y el juego de luces y sombras, en los que se resaltan las piezas principales.

     También se crean jardines. Hay un gusto por la belleza de la naturaleza mejorada y ordenada del típico jardín francés.

     El hotel es un tipo de vivienda unifamiliar exenta y rodeada de jardines, cerrada con una valla, que triunfa en esta época entre la burguesía y las clases privilegiadas. Es la típica vivienda burguesa. Suele haber varias en la misma calle, con características similares.

     El templo es el lugar del sermón y la eucaristía. Se trata de un sitio de representación teatral, por lo que debe tener una buena visibilidad y una buena acústica. Se impone el espacio unitario que los jesuitas, defensores de la Contrarreforma, emplearon en el Gesú, una planta de cruz latina con un gran crucero cubierto por una cúpula. Este es un espacio didáctico, la iluminación va dirigida, a través de una cúpula, hacia la zona de debajo del retablo, el cual tiene un programa iconográfico doctrinal, muy recargado, en el que se manifiesta todo el poder y la riqueza de la orden y la Iglesia.

     Existe una nueva concepción del espacio, las plantas adoptan formas caprichosas, en movimiento, los edificios se cargan de una decoración que invade todos los rincones. Los edificios muestran la inclinación al lujo y la riqueza.

Italia

     Tras la hegemonía cultural que tuvo Venecia después del saqueo de Roma en 1527, esta ciudad vuelve a recuperar todo su esplendor. Roma es lugar de peregrinación, el centro del papado y la Contrarreforma, y el lugar donde se crea la nueva estética, y las bases del urbanismo moderno y racional. Esta vez, Italia es sinónimo de Roma. Las fachadas se hacen onduladas y ricas en esculturas.

     En Roma trabajan los más grandes arquitectos del Barroco. En el período de transición se distingue a Carlo Maderna, que destaca por sus edificios religiosos como Santa Susana, Santa María de la Victoria, y concluye la basílica de San Pedro del Vaticano, y a Giacomo della Porta, sucesor de Vignola, que hizo la fachada del Gesú. Maderna es el primer escultor que defiende los ideales del barroco.

     En el barroco pleno encontramos a los arquitectos más conocidos: Gian Lorenzo Bernini, es el gran arquitecto del barroco, uno de los genios del arte universal. Es uno de los formuladores del lenguaje barroco. Diseñala columnata de San Pedro del Vaticano, y el baldaquino donde sitúa un nuevo tipo de columna, las columnas salomónicas del altar. Utiliza multitud de puntos de vista, la planta central, principalmente de cruz griega, circular u oval. Construye, también, San Andrés del Quirinal, donde demuestra su gusto por los contrastes, entre otra muchas obras. Francesco Borromini es otro de los grandes arquitectos de la historia del arte. Borromini rompe todas las reglas del clasicismo. Concibe toda la obra como una gran escultura, ondula los entablamentos y las cornisas, e inventa nuevas formas para los capiteles. Sus plantas son más dinámicas, y sus fachadas también. Sin embargo, sus obras son de pequeño tamaño, ya que Bernini era el arquitecto oficial. Construyó San Ivo, La sapiencia, San Carlos de las cuatro fuentes, el Oratorio de san Felipe Neri, palacio Barberini, etc. Guarino Guarini, es otro de los grandes arquitectos del período. Sus formas se inspiran en el gótico y en el mudéjar. Trabaja, sobre todo, en Turín donde realiza obras como la iglesia de San Lorenzo, con una bóveda al estilo cordobés, el palacio Carignano y la capilla del Santo Sudario. Baltasar Longhena, que trabaja en Venecia, donde construye Santa María de la Salud y el palacio Pésaro. Pietro di Cortona, discípulo de Bernini, que tiene un lenguaje más sereno. Construye la iglesia de los santos Lucas y Martín, y las fachadas de Santa María de la Paz y de Santa María in vía Lata. Otros arquitectos son Carlo Rainaldi: San Andrea della valle, Martino Lunghi el Joven: iglesia de los santos Vicente y Anastasio.

     En el siglo XVIII el barroco evoluciona en dos direcciones. Por un lado existe un retorno a la simplicidad del siglo XVI, que prepara el neoclásico, y por otro se evoluciona hacia la exuberancia decorativa del rococó. En esta época destacan Bernardo Vittone, que trabaja en Turín. Es el iniciador de los excesos decorativos del rococó. Ejemplo de su arquitectura es la capilla de Vallinoto, y la iglesia de las Clarisas de Bra. Ferdinando Fuga, trabaja en Nápoles, de estilo rococó, antes de ser representante del neoclasicismo; factoría de porcelana de Capodimonte. Luigi Vanvitelli, que trabaja en Nápoles y Sicilia, que en aquella época pertenecían a la corona española: palacio de Caserta, iglesia de Vanvitelli en Nápoles. Fillippo Juvara, el mejor representante del barroco tardío y sereno. Es un auténtico precursor del neoclasicismo. Entre sus obras destacan la fachada del palacio Madama, en Turín, palacio de caza de los Stupinigi. Y Benedeto Alfieri, discípulo de Juvara, palacio real de Turín.

Francia

     París es la capital del absolutismo monárquico, pero también del gusto por lo clásico. Surge la época auténticamente clásica de Francia, es un arte majestuoso al servicio del Estado. Es, pues, un arte cortesano en el que los artistas trabajan para el rey; por lo que la mayor parte de las obras son civiles. Los edificios típicos son: el palacio y el castillo de campo, donde se plasma el refinamiento, la suntuosidad y el poder absoluto. Además del hotel para la burguesía. Los grandes palacios suelen tener un gran cuerpo alargado y dos alas hacia el jardín. Las cubiertas son de estilo francés, que forman grandes cuerpos prismáticos, muy altos, en los que se abren buhardillas. En ellos destaca la horizontalidad y un severo clasicismo.

     Sobresalieron arquitectos como Salomón Brosse: palacio de Luxemburgo en París, Jacques Lemercier, que es el arquitecto francés más representativo. Construye la iglesia de la Sorbona, y el palacio de Richelieu en Poitou; Louis le Vau: hotel Lambert, y François Mansart, a quien se supone inventor de las guardillas: mansión Laffitte. Pero en Francia destacaron dos proyectos reales monumentales, el Louvre, en el que trabaja Claude Perrault, y Versalles, en donde trabajan Louis le Vau, Charles le Brun: escalera de los embajadores y galería de los espejos, Jules Hardouin-Mansart, que realiza numerosos hoteles: hotel de los Inválidos, y diseña la ampliación del conjunto de Versalles, una obra maestra que será imitada en todo el mundo, y André le Notre, que diseña los jardines.

     La estética barroca francesa, se difunde por todo el mundo. En el siglo XVIII se abandona la severidad y estalla la exuberancia decorativa del rococó. Destacan ahora el italiano Justo Aurelio Meissonnier: iglesia de San Sulpicio, Germain Boffrand: decoración del hotel Soubisse, y otros decoradores como Robert de Cotte, Louis Claude Vassé y Jean Berain.

Europa central

     Una vez superada la guerra de los Treinta Años (1618-1648) en Europa central habrá sitio para los artistas. En Alemania y Austria el barroco posee un gusto clásico, no en vano, no han tenido Renacimiento y se pasa directamente del gótico a un barroco con tintes clásicos, que, sin embargo, dará pronto paso al rococó. Esta tardanza favorece que hasta bien entrado el siglo XVIII el estilo de Europa central sea de estilo italiano o francés. Se trata de un barroco muy dado a la policromía y a los efectos del claroscuro. Los edificios se llenan de perfiles curvos y las plantas adquieren formas inverosímiles. Se utiliza con profusión el orden gigante, los atlantes y las columnas salomónicas. Los palacios adquieren grandes proporciones.

     Podemos destacar arquitectos como Agostino Barelli: iglesia de los Teatinos en Múnich, Gaetano Chiaveri: iglesia de Corte en Dresde, Jorge Baern: Nuestra Señora de Dresde, Fischer von Erlach es el arquitecto más significativo. Construye la iglesia de San Carlos de Borromeo, con una gran cúpula central y anchos espacios laterales, y la Cancillería Imperial en Viena, Lucas Hildebrand construye palacios y jardines: palacio Alto Belverde, Baltasar Neumann: palacio de Wiuzburg, y Jacob Prandtauer: el convento de Melk, siguiendo las ideas del Concilio de Trento.

Inglaterra

     En Inglaterra pervive el estilo Tudor, y la igual que Alemania y Austria pasa a un estilo barroco con tintes clásicos. Es en las ciudades universitarias de Cambridge y Oxford donde está mejor representado el nuevo estilo. La arquitectura inglesa está muy influida por Palladio por lo que también se la conoce como paladianismo.

     Entre los arquitectos ingleses destacan Christopher Wren, es el más conocido. Reconstruye la catedral de San Pablo y Londres, tras el incendio de 1666. Íñigo Jones traduce fielmente las villas de Palladio: trazas del Whitehall en Londres, y James Gibbs: biblioteca Radcilffe en Oxford.

España

     En España el barroco se beneficia del mecenazgo del clero y la nobleza. Es el arte de la Contrarreforma, de la cual España es la campeona, por lo que predominarán los edificios religiosos. Sin embargo, España está perdiendo su hegemonía mundial y la crisis económica se hace patente. Las fachadas vuelven a decorarse profusamente. Pero no sólo la Corte es un centro importante, sino también Sevilla, Valencia, Toledo y Valladolid, además de la importancia que el barroco adquiere para la consolidación de la conquista en las Indias. También la burguesía será uno de los promotores del nuevo estilo.

     Si en todo el mundo el barroco atiende a preocupaciones urbanísticas, en España lo hace de una manera singular. Se crean, ahora, las grandes plazas mayores, rectangulares y asoportaladas, se amplían las viejas ciudades y se construyen otras nuevas, principalmente en América. A imitación de Versalles se construyen en España los reales sitios, sobre todo Aranjuez.

     No obstante, en el primer tercio del siglo XVII pervive el estilo herreriano, con fachadas y plantas simples, materiales pobres y un aspecto austero y sombrío. En este período destacan Francisco de Mora, Juan de Nantes, Giovanni Battista Crescenzi, Francisco Bautista, representante del estilo jesuítico: iglesia de San Isidro en Madrid, Alonso Carbonell que diseña el Buen Retiro y Juan Gómez de Mora, el más representativo. Trabaja en la corte de los Austrias, en Madrid: plaza Mayor, la cárcel de la Corte, colegio de los jesuitas en Salamanca.

     En el período del barroco pleno encontramos una mayor tendencia a la decoración, y a la eliminación de los elementos herrerianos. Son importantes arquitectos como Alonso Cano, aunque más conocido como pintor y escultor es el arquitecto más importante de momento. Construye la fachada de la catedral de Granada, Francisco Hurtado Izquierdo, que realiza sus mejores obras en Andalucía: Cartuja de Granada. Jiménez Donoso: casa de la Panadería en la plaza Mayor de Madrid, Sebastián de Herrera Barnuevo, el Parnaso, José Peña de Toro, en Salamanca, a quien se le encargó dar un aspecto barroco a la catedral de Compostela, Domingo de Andrade: torre del reloj en Compostela, Melchor Velasco de Agüero: Salvador de Celanova y Felipe Berrojo: iglesia de la Pasión en Valladolid. En el Pilar de Zaragoza trabajarán Francisco Sánchez, Francisco Herrera, el Joven, Ventura Rodríguez y Domingo Yarza.

     En el siglo XVIII se desarrolla el estilo churrigueresco, el rococó español, ya con la dinastía borbónica entronizada. Se trata de un estilo extraordinariamente decorativo, sobre todo en el exterior. El más importante de todos los arquitectos de esta época es José Benito de Churriguera, el auténtico creador del estilo: San Cayetano, Santo Tomás, y la ciudad de Nuevo Baztán, junto con sus hermanos Joaquín de Churriguera: colegio de Calatrava en Salamanca y Alberto de Churriguera: plaza Mayor de Salamanca. Pero si los Churriguera crearon el estilo, sus sucesores lo llevaron a extremos delirantes. Pedro de Ribera, trabaja en Madrid, en numerosas casas, fuentes y obras públicas: puente de Toledo, hospicio de Madrid. Narciso Tomé, el de mayor imaginación decorativa, ya que integra arquitectura, escultura y pintura: transparente de la catedral de Toledo. Leonardo de Figueroa, que trabaja en Sevilla. Reviste los edificios de ladrillo vidriado, yeso y piedra blanca, que recuerda a la mezquita de Córdoba: hospital de los Venerables, seminario de San Telmo. Y Fernando de Casas Novoa, que hace la fachada del Obradoiro en Compostela. Entre otros muchos.

     Pero no toda la arquitectura española del siglo XVIII es churrigueresca. La nueva corte borbónica tiene un gusto más clásico, de tipo francés, muy alejado de los excesos decorativos churriguerescos. En sus edificios predomina el ritmo ordenado y claro y el gusto por el equilibrio. Los dos grandes proyectos de la corte borbónica son la granja de San Ildefonso, residencia de verano de la Corte, encargada a Teodoro Ardemáns, y Aranjuez, donde trabajó Santiago Bonavía. También se construyó el Palacio Real, encargado a los italianos Fillippo Juvara y Giovanni Battista Sacchetti. También son plenamente barrocos Ventura Rodríguez: Salesas reales, y Francesco Sabatini: puerta deAlcalá, real aduana. Los dos son arquitectos representativos del barroco tardío del gusto de la corte borbónica y el estilo francés, aunque sus obras prescinden tanto de la decoración exterior que frecuentemente se les considera dentro del neoclasicismo, del que sin duda son precursores.

Hispanoamérica

     Durante los siglos XVII y XVIII la conquista y dominación de las Indias llega a su apogeo. Se crean nuevas ciudades y se reconstruyen las ya existentes. La estética básica con que se crean es la del barroco, la que muestra el poder de España. Pero en América el barroco encuentra su propio estilo, gracias a la fusión del nuevo estilo con el sustrato indígena y la tradición mudéjar. Tres son los impulsores del barroco en América: la Corona, la burguesía y los jesuitas como representantes de la Iglesia. La arquitectura también fue un vehículo para la evangelización. Los primeros conventos y las primeras iglesias americanas, de estilo renacentista, tendrán aspecto de fortaleza, debido al carácter de frontera de las Indias, como el convento de Acolmán en el valle de Teotihuacán, o el convento de Actopán, en Hidalgo, México. Pero es en los siglos XVII y XVIII cuando se construyeron los mejores ejemplos de la arquitectura americana, sobre todo gracias a las catedrales.

     En la catedral de México, trabajan Claudio Arciniega y Juan Miguel Agüero, donde trabajó, también, Lorenzo Rodríguez: fachada del Sagrario, y Luis Gómez de Trasmonte: fachada central. La catedral de México se convertirá en el paradigma de la arquitectura colonial. Francisco Becerra levantará la catedral de Puebla según este modelo. A Becerra le debemos los planes de las catedrales de Cuzco, Quito y Lima. Otro de los grandes arquitectos mexicanos es Francisco Antonio Guerrero y Torres: capilla del Pocito, en Puebla, que gusta del colorido brillante de los ladrillos vidriados y la cerámica; además construye numerosas casas señoriales para la burguesía mexicana: palacio de Jaral de Berrio. Su decoración recuerda los motivos aztecas. En Puebla aparece una escuela barroca tan activa como poco conocida. De su mano salieron los santuarios de Ocotlán en Tlaxcala, y de San Francisco de Acatepec, dos magníficos ejemplos del rococó mexicano de autor desconocido.

     El barroco en el virreinato del Perú está marcado por el terremoto de Lima de 1746. La ciudad quedó totalmente destruida y de su reconstrucción surgieron los edificios más representativos del barroco. Francisco Antonio Guerrero y Torres trabajó, también, en este virreinato: catedrales de Lima, Cuzco y Quito. También trabaja en Lima el portugués Constantino de Vasconcellos: convento de San Francisco. Este es el monumento arquetípico de la arquitectura limeña. José de la Sida: convento de San Agustín. En Arequipa aparecerá una escuela de fuertes reminiscencias indígenas. Destacan la iglesia de los jesuitas de Diego Felipe, el convento de Santo Domingo y el convento de San Agustín. En Colombia destaca Simón Schenherr, un jesuita de origen alemán: iglesia de los jesuitas de Cartagena de Indias y Popopayán. En Bolivia destaca la catedral de Potosí. Y en Argentina hay que reseñar a Juan Kraus, jesuita de origen alemán: iglesia de San Ignacio en Buenos Aires, y Andrés Blanqui: catedral de Córdoba. Lamentablemente, muchas de las obras americanas, sobre todo si son casas señoriales, son de autor anónimo; como el palacio de los marqueses de Torre-Tagle.

Otros países

     El barroco se extendió por todo el mundo, como lo hizo el absolutismo monárquico, la Reforma, la Contrarreforma y la burguesía. Entre ellos destaca Rusia, donde se levantaría la ciudad de San Petersburgo. Aquí trabajan Bartolomeo Carlo Rastrelli, en el Palacio de Invierno, y Vallin de la Mothe: Academia de Bellas Artes.

     En Suecia destaca el conjunto de Kristianstadt, palacio de Wibyholm, y Tessin el Joven; palacio real de Estocolmo. En Dinamarca trabajan los Steenwinkel: Bolsa de Copenhague. En Holanda se remodelan las ciudades, se crean canales, se abren plazas y se construyen edificios oficiales, al calor de la burguesía.

     Por otra parte, en Portugal trabajaron Nicola Nasoni: Los clérigos, y el colegio de la Compañía en Oporto, la ciudad barroca de Portugal, y Fillippo Juvara, palacio de Mafra.

Escultura

     La escultura barroca es heredera directa del manierismo. Se trata de una escultura realista en la que aparecen composiciones de gran dinamismo. Un dinamismo que no es ordenado, sino espontáneo, en el que predominan los escorzos. Utiliza el mismo tipo de material, mármol, bronce y madera. Los temas tienden a ser más profanos, mitológicos, en donde el desnudo adquiere particular importancia. Los retratos, bustos, recobran su importancia, continúan haciéndose monumentos funerarios, en los que se exalta la fama y la virtud. Sin embargo, predominan los temas religiosos. Se acude frecuentemente a las fuentes mitológicas. Pero, además, la escultura se vuelve urbana, aparecen en las calles, plazas y fuentes, integradas con la arquitectura.

     La escultura barroca se caracteriza por su fuerza y monumentalidad, su movimiento compositivo, su dinamismo, proyectado hacia fuera, sus composiciones diagonales, su expresividad y su tratamiento de la ropa. Pretende resaltar las virtudes políticas y humanas de los personajes, sobre todo en las tumbas. Todo el barroco está inundado de un fuerte naturalismo figurativo que a la vez expresa las pasiones.

Italia

     En Italia trabaja Gian Lorenzo Bernini, que es el intérprete de la Contrarreforma católica, de la Iglesia triunfante y su glorificación. Posee fuertes influencias helenísticas. Su escultura se caracteriza por la teatralidad compositiva, que resuelve en escenas. Es un gran arquitecto, por lo que pone la escultura al servicio de la arquitectura. Busca efectos emotivos con el fin de conmover, para lo que emplea el escorzo y las posiciones violentas y desequilibradas. Tiene obras mitológicas como Apolo y Dafne, religiosas, baldaquino de San Pedro, Transverberación de santa Teresa, Santa María de la Victoria, fuentes, fuente de los Cuatro Ríos o de la Barcaza, y retratos, busto de Luis XIV, y del cardenal Borghese, etc.

     En Italia también trabajan Alessandro Algardi, un gran retratista de reyes, papas, aristócratas y burgueses. Utiliza una estética más clásica. En Nápoles trabaja Giuliano Finelli: estatuas de los condes de Monterrey, en las Angustias de Salamanca. Y en la ToscanaPietro Tacca: estatua ecuestre de Felipe IV en Madrid.

     La influencia de Bernini se extiende al siglo XVIII con escultores como Pietro Bracci: Fontana de Trevi, Triunfo de Neptuno, Fillippo della Valle: Anunciación, Camilo Rusconi: Juan, en San Juan de Letrán, o René Michel Slodtz: San Bruno.

Francia

     El barroco francés se reconoce por su carácter cortesano, mitológico y decorativo. Predominan los bustos, las estatuas ecuestres, las alegóricas y la escultura funeraria. Tiene cierta tendencia al clasicismo.

     Durante el reinado de Luis XIII la escultura se reduce a los retratos casi siempre de carácter funerario. Destacan Simón Guillain y Jacques Sarrazin.

     Durante el reinado de Luis XIV la escultura entra a formar parte del arte oficial que exalta a la monarquía absoluta. Versalles será el centro del arte en Francia. Aquí trabajarán escultores como François Girardon, que es el escultor más significativo, ya que tiene un gusto clásico. Realiza obras como Apolo y las Ninfas, la fuente de las pirámides o el sepulcro del cardenal Richelieu, en la cual prescinde de toda integración con la arquitectura a favor del efecto teatral. Pierre Puget es el más típicamente barroco, por su dramatismo, tensión y la violencia formal de sus obras. Está claramente influido por Bernini: Milón de Cortona, Alejandro y Diógenes, Andrómeda liberada por Perseo. Y Antoine Coyzevox que realiza numerosas estatuas para el conjunto de Versalles y los mausoleos de Mazarino y Colbert.

     Ya en el siglo XVIII destacan escultores, de gusto rococó, como François Dumont, Edme Bouchardon o Jean Batiste Lemoyne.

España

     En España la escultura barroca tiene sus propias peculiaridades que la diferencian del resto del mundo. Se caracteriza por el uso prioritario de la madera policromada, que se conocerá como imaginería. La escultura está al servicio de la Contrarreforma. Busca la sensibilidad popular, la expresividad, que se manifiesta en los pasos de Semana Santa. La religiosidad trasciende a la calle y comienzan a popularizarse las procesiones. La necesidad de sacar las figuras a la calle supone que deben ser de bulto redondo y, en general, de cuerpo completo, o al menos que se puedan vestir. Su mayor realismo la aleja del gusto italiano, las obras se realizan para ser objeto de la devoción popular. Apenas existe escultura civil, incluso la funeraria está en decadencia. Los escultores trabajan para gremios y cofradías de carácter religioso. Los temas son religiosos, se representa ante todo la pasión de Cristo y la Virgen. En España encontramos dos centros principales: la escuela castellana y la escuela andaluza.

     En Castilla encontramos dos centros Madrid y Valladolid. Aquí trabajó Gregorio Fernández, uno de los imagineros más representativos, tanto por su expresionismo, como por su patetismo y su carga dramática, en el que refleja un hondo sentimiento religioso y un profundo naturalismo. Tratará de despertar la piedad popular a través de la visión de figuras descarnadas. Presta gran atención a la representación del cuerpo humano. Fue el creador de los tipos iconográficos más característicos, como el Cristo yacente, el crucificado o la piedad. Realiza obras como el Cristo yacente, paso del Descendimiento y la Piedad. Otros escultores vallisoletanos son Francisco Díez de Tudanca y Narciso Tomé: esculturas del monasterio benedictino de Sahagún, y ya en el siglo XVIII, Alonso de Villabrille, que trabajará también en Colombia. En todos ellos se encuentra la influencia de Gregorio Fernández. En Madrid trabajan Manuel Pereira: Crucifijo del oratorio del Olivar, Crucifijo de Lozoya en Segovia, Juan de Bolonia: estatua ecuestre de Felipe IV, y Felipe de Espinabete. En Madrid primó el retablo religioso y los retratos de la Corte, casi lo único que no es religioso de la época.

     En Andalucía también encontramos dos centros: Sevilla y Granada. Su imaginería tiene un carácter más intimo, de recogimiento interior, y un lenguaje más clásico. Las figuras tiende a tener un aspecto infantil, y una expresión más melancólica y mística que trágica. Las tallas son de un gran virtuosismo técnico. Trabajan aquí escultores como Montañés o Alonso Cano, que se caracterizan por su idealismo figurativo y sus vírgenes niñas. En Sevilla trabajó Juan Martínez Montañés, muestra en sus figuras una tendencia al equilibrio y la serenidad. Crea los tipos de la Inmaculada y los crucificados, más humanos. Obras suyas son: el Cristo de la Clemencia, Inmaculada de santa Clara, San Ignacio y Jesús de la Pasión. Discípulo de Montañés fue Juan de Mesa: Jesús del Gran Poder, Cristo de la Buena Muerte. Tiene una cierta tendencia al patetismo. Otros escultores sevillanos son Pedro Roldán, Pedro Duque Cornejo y Luisa Roldán, que utiliza la técnica del barro cocido policromado, sobre todo en los belenes. En Granada trabaja Alonso Cano, discípulo de Montañés. Destaca por su serie de Inmaculadas. Aborda la belleza formal buscando arquetipos: Inmaculada, San Antonio de Padua. Es el creador del centro granadino. También está Pedro Mena, que es probablemente el imaginero más significativo. Se caracteriza por sus contenidos ascéticos y místicos. Realizó obras como la Dolorosa, Magdalena penitente, San Francisco de Asís y San Pedro de Alcántara. Otros escultores son José Mora, Diego Mora y Alonso Mena, otro de los grandes escultores del momento, que trabaja entre Granada y Sevilla: San Juan Bautista, el Entierro de la Caridad de Sevilla.

     En el siglo XVIII podemos considerar otra escuela en Murcia, en la que destaca Francisco Salzillo, caracterizado por sus figuras delicadas y su gusto rococó. Crea pasos en grupo, conjuntos con varias figuras. No sólo hace pasos de Semana Santa sino también belenes. Sus figuras están llenas de movimiento y poseen una delicadeza femenina. Entre sus obras destacan la Virgen de la leche, el paso de la Oración del huerto y sus belenes.

Otros países

     En Inglaterra se continúa con una cierta aversión a la representación icónica. La escultura se reduce a los motivos funerarios en los templos, que se convierten en panteones de personajes ilustres. Se trata de representaciones ostentosas que inmortalizan la fama del «gran hombre». Destacan escultores como Nicolás Stone, o los franceses Hubert le Sueur o Luis-François Roubillac.

     En Alemania la escultura barroca encuentra un clima muy apropiado para su desarrollo. Predomina el estilo de Bernini, que llega a sus más altas cotas. Destacan Andrea Schliuter: retrato ecuestre del Gran Elector, y Baltasar Permoser.

     En los Países Bajos los temas escultóricos alcanzaron cierta relevancia, muy lejos de la pintura. Encontraron su hueco dentro del retrato, el busto y la decoración de tumbas. En Bélgica trabajaron Jeroen Duquesnoy y Hendrik y Frans Verbruggen; y en Holanda Hendrik de Keyser y Rombout Verhuls.

Pintura

     La pintura barroca se aleja del elitismo manierista en busca de una expresión más didáctica. Es una pintura realista, naturalista, que dota al cuadro de contenido sugerente, formas ensoñadoras, poesía y evocación de lo antiguo, exceptuando los interiores holandeses. Las obras barrocas están dotadas de un profundo naturalismo. El pintor barroco plasma la realidad tal y como la ve, con sus límites imprecisos, sus formas que salen y entran, los objetos de primer plano intrascendentes, los escorzos y las posturas violentas, y las composiciones diagonales que dan a la obra gran dinamismo.

     La pintura barroca holandesa y de Flandes es heredera directa de la flamenca, tiene un lenguaje más burgués, que le diferencia del lenguaje cortesano del resto del mundo.

     El barroco admite una gran variedad de temas y técnicas, propaga los valores de la Contrarreforma, el absolutismo y la burguesía. Se recrea en los espacios abiertos, predomina el color y la luz sobre el dibujo, y busca los efectos de contraste que producen las luces y las sombras, con una técnica que se llamará tenebrismo. La pincelada suele ser larga y flexible. Frecuentemente utiliza la perspectiva aérea para dar profundidad al cuadro.

     Se acude a los temas religiosos, escenas de santos, mitológicos y el retrato, tanto el individual como el de grupo, que aparece ahora. El paisaje humanizado cobra importancia por sí mismo (marinas, vistas rurales, etc.), y surge como tema nuevo el bodegón, sin presencia humana.

     No se entiende la pintura barroca sin hacer referencia a dos estéticas diferentes: el tenebrismo y el eclecticismo o clasicismo. El tenebrismo consiste en el choque violento de la luz contra la sombra. Da a las obras un rabioso naturalismo. El fondo queda en penumbra, o desaparece, mientras que la escena queda en primer plano. El eclecticismo trata de salvar el gusto clásico dentro de la nueva estética. Si en el tenebrismo se aboga por el naturalismo en el eclecticismo se hace por el idealismo. Esta es la estética que triunfa dentro de la Iglesia católica, ya que es la más apta para exaltar a la Iglesia. Se trata de una estética decorativa efectista y teatral.

Italia

     Michel Ángelo Merisi, Caravaggio, es el creador y divulgador del tenebrismo, un gran genio de la pintura universal. En sus cuadros encontramos los mejores ejemplos de tenebrismo y del rabioso naturalismo que implica. Es un pintor independiente y rebelde que influye en todos los grandes pintores de su tiempo, aunque no crea una escuela. Utiliza los modelos que le presenta la realidad, incluido lo feo; y lo grotesco. Entre sus obras destacan el Martirio de san Mateo, en el que acentúa los rasgos del personaje gracias al tenebrismo: San Jerónimo, Cesto de frutas, Baco adolescente, etc. Ignora el paisaje de fondo, el problema del espacio y la perspectiva. Entre sus temas se encuentran los bodegones y las naturalezas muertas, pero sobre todo el hombre, del cual trata de captar su psicología.

     La escuela de los Carracci es la representante del eclecticismo, mucho más clásico y por lo mismo más aceptada por el poder. La escuela se instala en Bolonia y creará la Academia de Bolonia, la primera Escuela de Bellas Artes. Para ellos el paisaje es el gran protagonista. A esta escuela pertenecen Ludovico Carracci, el fundador de la escuela, junto con Agostino Carracci: Última comunión de san Jerónimo, y Aníbal Carracci: galería del palacio Farnesio. De esta escuela saldrán grandes pintores como Guido Reni: El bautismo de Cristo, Francesco Albani: decoración de diversos palacios en Roma, Doménico Zampieri, el Domenichino: Diana cazadora, y Francesco Barbieri, el Guercino: Abraham expulsa a Agar y a su hijo.

     En casi todas las repúblicas italianas encontramos grandes pintores. En Nápoles trabajan Giovanni Batista Cariacciolo, el Batistello: San Cosme y san Damián; Massimo Stanzioni: Degollación del Bautista, y Mattia Pretti: El agua de la peña. Todos influidos por Caravaggio, que vivió allí. También napolitano es Lucas Jordán aunque trabaja fundamentalmente en España: Cristo expulsando del templo a los mercaderes. Por Roma pasan todos los grandes pintores, pero aquí no hacen escuela. De tendencia tenebrista encontramos a Horacio Gentileschi: La Sagrada Familia con santa Catalina, y Bartolomeo Manfredi. De tendencia ecléctica están Andrea Sacchi: Visión de san Romualdo, y los grandes muralistas, entre los que destacan Pietro de la Cortona, otro de los grandes pintores del barroco (no confundir con el arquitecto Pietro di Cortona, que también pinta). Trabaja, fundamentalmente, sobre grandes muros y bóvedas. Su pintura se caracteriza por un brillante colorido, su agitación y sus forzados escorzos: Afrodita y su hijo Eneas; y Andrea del Pozo: Triunfo de san Ignacio. En Florencia trabaja Carlo Dolci: David con la cabeza de Goliat. Y en Milán lo hace Giovanni Batista Crespi: La comunión como viático.

     En Venecia, durante el siglo XVII, sólo encontramos a Doménico Feti: La parábola de los talentos. Pero en el siglo XVIII trabajarán aquí algunos grandes pintores, que traspasan la frontera del barroco para entrar en el rococó, como Sebastián Ricci: Los santos ruegan a la Virgen por las almas del purgatorio, Gian Battista Piazzetta: que transforma el tenebrismo ya que colorea las zonas obscuras: La adivinadora. Pero sobre todos está Gian Battista Tiépolo, con sus sonrisas y su luz etérea y plateada: Abraham y los tres ángeles. Tiépolo trabaja en Madrid donde decora el salón del trono del Palacio Real. En estos momentos en Venecia toma carta de naturaleza el paisaje urbano. Luca Carlevaris forma una escuela de grandes paisajistas. Entre ellos destacan Antonio Canal, Canaletto: Paisaje de Venecia, y Francesco Guardi: Paisaje con ruinas antiguas.

Francia

     También la pintura francesa tiene un carácter más clásico y cortesano. Aquí trabajan George de la Tour, que pinta tanto temas religiosos como profanos. Su pintura se caracteriza por los volúmenes planos y geométricos, y por el estudio de la luz a la manera tenebrista: San Jorge carpintero, La riña de mendigos, Job reprendido por su mujer, La Magdalena.

     Los hermanos Le Nain; Antoine, Louis y Mathieu aportaron a la pintura la inocencia rural, de donde procedían, y los personajes humildes, captados con sus defectos y sus virtudes: La comida del campesino, La fragua.

     Nicolás Poussin estuvo más influido por el eclecticismo de la escuela de Bolonia. Encuentra su inspiración en las formas clásicas. Tiene interés por el paisaje, al que hace protagonista de la escena: Martirio de san Erasmo, El rapto de las sabinas, Bacanal.

     Claudio Lorena se caracterizada por la importancia del paisaje y la expresividad poética, los ambientes luminosos y los elementos atmosféricos. Pinta escenas naturales con ruinas clásicas en las que hay pequeños personajes: El desembarco de Cleopatra, El embarque de santa Úrsula.

     Tiene especial importancia la pintura cortesana de retratos fríos que prescinden de los rasgos personales para plasmar la categoría social. Entre los retratistas destacan Felipe de Campaña: Luis XIII, Mazarino, Richelieu, Luis XIV, y retratos colectivos. La Corte también demanda pintura decorativa para sus palacios. Destacan Simón Vouet: Alegoría de la riqueza, Charles le Brun: Las cuatro grandes batallas de Alejandro. Le Brun fundó la Real Academia, con la que ejerció una auténtica dictadura sobre el arte de la época. Otros pintores son Eustache le Sueur: Las musas, y Pierre Mignard, el retratista de moda, LaVirgen del racimo.

     El siglo XVIII es el del rococó en el que sobresale Jean Antoine Watteau, el gran pintor de escenas elegantes llenas de movimiento y color: Los Campos Elíseos, Fiestas de amor, La muestra de Gersaint. Otros pintores de estilo rococó son François Boucher: Diana saliendo del baño, Maurice Quentin de la Tour: El notario Laideguive, Simenon Charlin: Muchacha con el juego del bádminton, Hyancinthe Rigaud: retrato de Luis XIV, y Jean Honoré Fragonard: El abate de Saint-Non.

Inglaterra

     Inglaterra apenas cuenta con pintores, debido a la conocida aversión icónica del anglicismo. Además, en el siglo XVII la presencia de Van Dyck anuló a los demás. Tras la muerte de Van Dyck, en 1641, destacó William Hogarth: La vendedora de camarones.

     En el siglo XVIII aparecerán algunos buenos pintores de estilo rococó, como Joshua Reynolds, famoso por sus cuadros de niños: La edad de la inocencia, y Thomas Gainsborough: Lady Margaret.

Flandes

     La tradición pictórica de Flandes es sobradamente conocida. Se centra en el gusto burgués por lo cotidiano y los detalles, y la exaltación de su modo de vida. En estos momentos de convulsiones religiosas en Europa, Flandes es defensora del catolicismo, mientras que Holanda lo será del protestantismo. Sin embargo, su pintura es decorativa, opulenta y hedonista.

     Entre todos los pintores flamencos destaca Péter Paul Rúbens, que junto con Rémbrandt y Velázquez son los tres grandes genios del barroco y figuras clave en la historia del arte. Rúbens viaja por toda Europa en su condición de diplomático. Visita Italia, donde conoce la obra de Miguel Ángel y los eclécticos, y conocerá a Velázquez. En sus obras utiliza una pincelada muy amplia y un rico colorido. Sus formas son complicadas y opulentas y poseen un gran dinamismo. Tiene obras que glorifican a la Iglesia triunfante, como El descendimiento, o El levantamiento de la cruz, en las que la composición diagonal remarcan la teatralidad, pero junto a esas obras tiene escenas profanas, de temática mitológica, en las que utiliza el desnudo, como Las tres Gracias. Y por supuesto retratos: Duque de Lerma. Es un pintor muy vitalista. Otras obras suyas son: El juicio de París, La venus de tocador, y El rapto de las hijas de Leucipo.

     Anton van Dyck es otro de los grandes pintores flamencos: La coronación de espinas. Es alumno de Rúbens, y un gran retratista. En 1632 es pintor de cámara de Carlos I de Inglaterra, al que retrata. En su obra fija las características del retrato inglés, un tanto amanerado y refinado.

     Jacobo Jordanes es el tercer gran pintor flamenco. Sus cuadros son más sobrios y con menos movimiento, sin embargo es el más humorístico de todos, como se puede ver en su cuadro de El rey bebe.

     De los talleres flamencos salieron una serie de pintores que se dedicaron a pintar cuadros de género, de pequeño tamaño, para las casas de la burguesía, como Jan Brueghel de Velours, Adrián Brouwer, David Teniers, Frans Snyders y Paul de Vos. Pintaron temas de interior familiares, las tabernas y bodegones.

Holanda

     Al contrario que Flandes, Holanda es la defensora del protestantismo y del triunfo de la burguesía. En el siglo XVII Holanda se coloca entre las grandes escuelas de la pintura con un marcado carácter nacional, gracias al desarrollo de la burguesía, que demandó gran cantidad de cuadros en los que se mostrase su estilo de vida. Presta atención al dibujo. Los colores son fríos, y el resultado es más realista que efectista. En realidad, el estilo está alejado del barroco, salvo en el caso de Rémbrandt. El tema preferido de los holandeses será el retrato, sobre todo el retrato colectivo, en el que aparecían los miembros de las corporaciones de hombres honrados. Utiliza temas de la vida real y cotidiana, escenas de interior, naturalezas muertas, paisajes y retratos, individuales y colectivos. Los acontecimientos más banales merecen la atención del pintor.

     Frans Hals es el gran especialista, y creador, de los retratos colectivos, en los que con un gran detalle salen todas las gentes de bien. Utiliza tonos fríos y pinceladas planas pero vigorosas: La gitana, La bruja de Haarlem, Los arcabuceros de san Adrián, El banquete de los oficiales de san Jorge, Los regentes del hospicio de Santa Isabel.

     Jan Vermeer de Delft es otro de los grandes pintores holandeses. Sus obras son tranquilas, calmadas, de interior, con figuras estáticas y una atmósfera intimista de ambiente burgués, aunque puede llegar a lo grotesco. En sus cuadros encontramos sencillez compositiva y escenarios realistas: La encajera, Mujer leyendo una carta, La muchacha del turbante.

     Rémbrandt van Rijn es el gran pintor de la escuela holandesa. Rémbrandt es un pintor lleno de personalidad y uno de los grandes genios del arte. Sus obras respiran espiritualidad. Pinta retratos de la sociedad, y también a sí mismo, pero sus temas alcanzan a todos los campos de la pintura. Utiliza el claroscuro tenebrista de una manera muy acusada. También pinta temas religiosos, pero basados en el antiguo testamento. Es profundamente realista y pinta comportamientos humanos vulgares y paisajes melancólicos. Su ejecución es muy personal, usa espátulas y los dedos para extender la pintura, con lo que logra efectos de gran dramatismo. Sus obras más representativas son La lección de anatomía, La negación de san Pedro, Autorretrato, Betsabé y La ronda de noche.

     Otros pintores son Peter Hooch, que nos muestra los edificios tanto por dentro como por fuera, las calles, las plazas y la vida ciudadana; Willem Claesz Heda y Jan van Huysum que pintan bodegones. Meindert Hobbema: La avenida Middelharnis; y Jacob van Ruysdael que pintan paisajes: El molino.

     A pesar de los grandes pintores holandeses del siglo XVII, en el siglo XVIII la escuela pierde su prestigio, y no encontramos pintores de calidad internacional.

España

     El barroco es para España la época de oro de la pintura. El tema principal es el religioso, ya que España es la campeona de los valores tridentinos. La Iglesia es el gran mecenas de artistas, junto con la Corte, por lo que los temas religiosos dominan sobre todos. Los pintores españoles conocen el arte europeo más que por los viajes porque muchos de los grandes artistas trabajan en algún momento en España. Su técnica preferida es el óleo, aunque utilizan todas. Al igual que en Italia, la pintura se debatirá ente el tenebrismo y el eclecticismo. En el siglo XVIII triunfarán los modelos flamencos más coloristas, aunque no hasta llegar al rococó. Seguirá habiendo dos grandes centros Madrid, por la Corte, y Sevilla, la puerta de América, aunque aparecen centros secundarios como Valladolid, Toledo, Valencia y Badajoz. Distinguiremos tres escuelas: la valenciana, la andaluza y la madrileña.

     La escuela valenciana está muy influida por el tenebrismo de Caravaggio, por el puerto de Valencia entran en España los cuadros italianos destinados a las colecciones reales. Destacan Francisco de Ribalta, que es el primer gran pintor español que acepta los supuestos barrocos de Caravaggio: Cristo abrazando a san Bernardo, San Bruno, San Francisco abrazando al Crucificado, La Sagrada Familia; José de Ribera trabaja en Italia, donde le llaman el Spagnoletto. Es uno de los grandes pintores del momento. Al principio sus cuadros son muy tenebristas, pero con el tiempo va aclarando su paleta: San Andrés, Martirio de san Bartolomé, El patizambo, Arquímedes, El sueño de Jacob.

     En la escuela andaluza son frecuentes los temas mitológicos y el de la Inmaculada, por sí sola pone a la pintura española como referente del arte universal. Entre sus pintores destaca Francisco Zurbarán, que es uno de los pintores geniales del periodo. Trabaja fundamentalmente para la Iglesia, por lo que su tema más recurrente son los frailes y las monjas. Trata de conmover desde la sencillez. Es un pintor adicto al tenebrismo, con el que consigue modelados muy plásticos. Tiene cuadros como La Inmaculada Concepción, Bodegón, Santa Catalina, San Hugo en el refectorio de los cartujos, Autorretrato. Alonso Cano es otro de los grandes pintores, ya le hemos visto como arquitecto y escultor. Se forma en Sevilla junto con Velázquez. Utiliza, en sus obras, el tenebrismo, pero rehuye el realismo y opta por el idealismo de la escuela de Bolonia. Pinta: La vida de la Virgen, La anunciación, Virgen con el Niño. Bartolomé Esteban Murillo es otro de los grandes genios de la pintura. Trabaja en Sevilla junto a Zurbarán. Sus composiciones son sencillas, las figuras se recortan en el cielo con fondos vaporosos. Impone el modelo de Virgen con el Niño y de Inmaculada: Niños comiendo sandía, Los niños de la concha, La Inmaculada Concepción, La adoración de los pastores. Juan de Valdés Leal es otro de los grandes pintores del arte barroco. Sus obras se caracterizan por la pasión y el movimiento, el predominio de lo macabro, los colores brillantes y los efectos tenebristas: Tentaciones de san Jerónimo, Las postrimerías. Otros pintores son Juan de Roelas, Francisco Herrera el Viejo y Francisco Pacheco, maestro de Velázquez.

     En la escuela de madrileña trabaja Diego de Silva Rodríguez y Velázquez, que es, probablemente, el pintor más genial de todo el período. Velázquez viaja a Italia y es pintor de la Corte, lo que le libera de la servidumbre del mecenazgo religioso. Recibe la influencia de Rúbens. Hace grandes avance