LEGALIZACION DE LAS DROGAS

Dr. Eduardo López Betancourt

Maestro e Investigador de Derecho Penal y

Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho

de la Universidad Nacional autónoma de México

MEXICO

         El narcotráfico que implica producción, comercio y consumo de drogas, no podrá bajo ningún concepto evitarse; por lo contrario, a mayor represión del mismo, será mayor su incremento; lo único que vamos a obtener es llegar al extremo dramático, de convertirnos en un mundo donde impere la absoluta dictadura del tráfico de enervantes, y por consiguiente, de la corrupción; actualmente, vivimos una galopante subversión de valores, quien no está inmerso o involucrado en la corrupción es considerado un individuo de temperamento mesiánico, tonto o demente. Empero, la podredumbre no podrá erradicarse, si no se le da cauce legal al tráfico de drogas.

         Es tal el cinismo en materia de narcotráfico que en México carecemos de datos confiables; intenté una entrevista con los funcionarios de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra la Salud de la PGR, y la misma no se logró, sin embargo, de antemano sabía que era inútil, que escucharía lo que siempre argumentan los funcionarios mexicanos: promesas, planes, proyectitis y total nada. Nuestros "pobres" gobernantes (pobres de espíritu y talento, porque en riquezas materiales se pintan solos) se la pasan quejándose: "falta justicia, hay mucha delincuencia, violencia, narcotráfico, lavado de dinero, etc.", empero ¿qué hacen?, nada, declaracionitis aguda.

         No obstante, debo reconocer que en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, encontré una gran disposición para informarme sobre el tema del comercio de alucinógenos, y en el mismo contexto, quiero dejar constancia de mi agradecimiento a la embajada de Colombia, particularmente al Excelentísimo Embajador Gustavo De Greiff Restrepo, quien se mostró vivamente interesado en el tema.

         En efecto, Colombia ha sido un país particularmente golpeado por el problema del narcotráfico, y de alguna manera, un sector importante de la población, se ha manifestado por la necesidad de legalizar este terrible mal; es precisamente en este sentido y a título personal, como estimamos que es el único camino viable.

         Ya basta de contemplaciones y consideraciones en éste punto; ya basta de estar convirtiéndonos en la tapadera de los Estados Unidos de América, quienes nos obligan y apremian a los organismos internacionales, como la ONU, a una batalla estéril contra las drogas.

         A pesar del criterio adverso de los Estados Unidos Norteamericanos, se inicia un movimiento mundial a favor de la legalización; a manera de ejemplo, exponemos las siguientes opiniones:

-        MILTON FRIEDMAN, premio Nobel de Economía 1976, afirmó aquí en México: "al despenalizar el consumo de estupefacientes, se acabaría con la delincuencia y la violencia que conlleva el tráfico ilícito".

-        GABRIEL GARCIA MARQUEZ, premio Nobel de Literatura: "la prohibición ha hecho más atractivo y fructífero el negocio de la droga y fomenta la criminalidad y la corrupción a todos los niveles". Agrega y reflexiona "ni un policía de Estados Unidos está preso por tráfico de droga, ni un guardia de aduana, ningún importante capo ha sido identificado".

-        GUSTAVO DE GREIFF, quien fuera fiscal colombiano contra las drogas y ahora Excelentísimo Embajador de Colombia en México, ha expresado, con gran conocimiento y autoridad moral: "la guerra de las drogas de Colombia ha fracasado y el país debería legalizar el tráfico de cocaína y mariguana, debido a que los Estados Unidos y Europa están despenalizando su consumo". Sigue señalando De Greiff: "las actuales políticas represivas no estaban funcionando porque las naciones ricas no hacían nada para combatir el consumo".

-        PARLAMENTO EUROPEO. En acalorado debate, el órgano legislativo de Europa, manifestó interés por legalizar la venta de drogas, y aunque se perdió en una votación de 171 contra 135, en un futuro próximo se da como un hecho la legalización; sólo se espera maduren más los experimentos de Suiza y Holanda.

         Por supuesto, son únicamente algunos casos de los múltiples a favor de la legalización.

         Pretendo en esta conferencia formular planteamientos drásticos, exactos y claros, evitando al máximo el detalle superfluo y el comentario insulso.

         Actualmente la guerra contra el tráfico de estupefacientes es un absoluto fracaso, y lo es más, para los Estados Unidos de América.

         Para ubicarnos, el problema de las drogas se expone en tres estadios:

A)     La producción.

B)     El comercio.

C)     El consumo.

A)      Respecto a la producción, quienes la realizan son las naciones generalmente pobres, con grandes necesidades de infraestructura (caminos, aeropuertos, hospitales, escuelas, etc.); estos países tienen que dedicar una parte importante de su presupuesto anual -por la presión de los norteamericanos- para destruir plantíos, laboratorios, etc., y todo ello, para obtener una carta de buena conducta (Certificación) del país que consume la mayor parte de la cocaína, heroína y mariguana que se producen en el mundo. El propio Kafka (cuya obra muestra la angustia del hombre ante el absurdo) quedaría estupefacto, ante tal desfachatez.

         Las áreas dedicadas al cultivo, cada día van en aumento. De acuerdo a datos oficiales del Congreso de los Estados Unidos de América, en Colombia se destinan sesenta y seis mil hectáreas y en México, alrededor de ochenta y dos mil ochocientas cuarenta y nueve.

         Otros países como Australia, Francia, India, España y Turquía, se estima le dedican al cultivo de estupefacientes cerca de setenta y ocho mil hectáreas. Por cierto, Estados Unidos no se queda atrás y sólo en plantas de mariguana se han incautado para 1995, doscientas cincuenta y cinco toneladas, lo cual debe dar idea de la impresionante cantidad de tierra norteamericana dedicada a esta labranza.

         La producción, si bien es cierto es grave, no constituye un gran negocio, como sí lo genera la comercialización. Se considera, por ejemplo, que la producción de droga, en términos generales, ya como negocio para los productores, implica el dos por ciento del valor que los estupefacientes adquieren en el mercado. Nótese la desproporción. Es obvio, el verdadero lucro de la droga está en la comercialización.

B)      Reiteramos: el auténtico negocio de los alucinógenos radica en su comercio; sobre ello, debemos añadir que las interceptaciones de drogas que se hacen son irrelevantes, y para nada afectan el creciente consumo de las mismas en el imperio yanqui. De acuerdo a datos proporcionados por el Comité Nacional de Inteligencia sobre el consumo de narcóticos en 1996, la producción de cocaína fue 760 toneladas métricas, de las cuales se incautaron en el mundo 230 toneladas métricas; el remanente, fue suficiente para satisfacer las demandas mundiales de esta droga, ya que de ellas se consumieron en Estados Unidos 300 toneladas métricas.

         Otro dato referente a la heroína; la producción de ella en 1995 se consideró en más de 300 toneladas métricas y la demanda en los Estados Unidos, se estimó entre 10 y 15 toneladas métricas.

         Como podemos observar, el decomiso que se hace de la droga es ridículo, pero en cambio nos deja terribles secuelas, tales son: la corrupción, la muerte y una permanente angustia de la población, como el devenir trágico de Colombia, al que un destino aciago nos aproxima.

         Los arrestos son absurdos, e insulso el endurecimiento de las leyes contra los estupefacientes; la resultante es que un millón y medio de personas al año, son aprehendidas por estar vinculadas al narcotráfico; actualmente existen encarceladas un millón seiscientas mil personas. La situación es verdaderamente caótica y aberrante; con frecuencia nos informan que se detienen a los grandes capos de la droga, a los jefes de la mafia; sin embargo, por cada jefe de mafia que se captura, aparecen dos nuevos "padrinos" más fuertes y poderosos. Esos que se dicen jefes de la mafia, son sólo intermediarios o patrones de medio pelo; los verdaderos zares de la droga son banqueros de alto nivel social y económico, nativos tanto de Estados Unidos de Norteamérica, como de nuestros países latinoamericanos; son personajes de cuello blanco, quienes han creado una red de distribución más perfecta, que la de cualquier otro producto comercial, en el mundo.

C)      Respecto a los consumidores, las cifras son sorprendentes tanto por lo que hace al número de adictos, como por lo que se refiere al tratamiento de consumidores. Según un informe de Washington, hay un riesgo muy grande de que sesenta y ocho millones de estadounidenses lleguen en un futuro próximo a convertirse en adictos; esto es, el 30 por ciento de su población estaría en esa tesitura trágica, por ello, gastan cifras exorbitantes para dar tratamiento desintoxicante a consumidores; no obstante, a juicio del Colegio de Abogados de la ciudad de Nueva York, dichas terapias en centros hospitalarios suntuosos, y en compañía de celebridades, sólo han demostrado una relativa eficacia; lo más grave es que lejos de prevenir, pueden ser atractivas para incrementar a los consumidores.

         Hemos procurado una exposición sucinta, pero es obvio que el tema admite mayor amplitud y obliga a serias reflexiones:

1.-     Pensar en una nueva estrategia que tenga por finalidad arruinar los "cárteles" del tráfico de estupefacientes.

2.-     El lucro de los narcotraficantes, entendamos bien, vive de la prohibición y en buena medida, de las grandes sumas que se invierten en la represión.

3.-     No hay mejor camino que la legalización, la cual no implica despenalización, sino una regulación legal de la producción y el comercio de las drogas prohibidas.

4.-     Este sistema, acabaría con la terrible corrupción que conlleva el negocio; limpiaría la imagen de las autoridades, particularmente de la Policía, sin olvidarnos de autoridades Judiciales; se evitarían encarcelaciones y condenas innecesarias. El no cambiar de maniobras tácticas en el combate al narcotráfico y la 'corrupción que engendra, nos llevaría a considerar que es una batalla perdida. Los norteamericanos deben tener presente el caso de Vietnam.

5.-     La estrategia de la legalización debe ir acompañada de una exitosa, seria y bien planeada campaña educativa, independientemente de cuidar muchísimo, y mejorar las terapias médicas de los adictos.

6.-     Esta táctica de legalización no implica irresponsabilidad, sino aceptación del sabio adagio que reza: "a los grandes males, grandes remedios". Y aquí tal vez vendría un planteamiento contundente y exacto, ¿a quienes no conviene la legalización?, ¿a los productores?, tal vez, en alguna medida, pero para ellos consideramos planes agrícolas atractivos, que sustituyan su inquietud por producir drogas; ¿a los distribuidores que conocemos?, definitivamente ellos son vestigios de la eventualidad, los jefes de cárteles latinoamericanos son pelagatos, pobres diablos ignorantes al servicio de los grandes zares de los narcóticos, los individuos que tras bambalinas manejan la verdadera especulación con las drogas, esos hombres que se escudan como Secretarios de Estado, como políticos influyentes, como dueños de bancos; es nuestra convicción, que los grandes empresarios norteamericanos, son los verdaderos amos de los políticos encumbrados de aquel país; amos de Senadores, dueños de funcionarios de alto rango. Así, con toda certeza y claridad formulamos la denuncia de 'que el comercio de la droga en el mundo, lo controlan y lo manejan los grandes industriales norteamericanos, los políticos enriquecidos y corruptos de México, los innobles banqueros de nuestro país Por ello afirmamos, que si efectivamente hubiese voluntad política para acabar con el tráfico de estupefacientes y sus nefastas consecuencias, se deberán investigar las fortunas de algunos hombres en el país, las cuales por su magnitud no pueden ser ajenas al narcotráfico; evidentemente en nuestro medio criollo, son ellos quienes van a oponerse a la legalización, porque se les privaría de suculentas ganancias. Su vinculación con los multimillonarios hombres de negocios norteamericanos es obvia.

7.-     A mayor abundamiento, en el caso de México, aseveramos que existe una política jurídica absurda y farisaica (parecida a la de otros países); a quienes consumen las drogas no los sancionamos; establece el artículo 199 del Código Penal Federal:

         ART. 199 (PARRAFO PRIMERO).- "Al farmacodependiente que posea para su estricto consumo personal algún narcótico de 108 señalados en el artículo 193, no se le aplicara pena alguna. El Ministerio Publico, la autoridad judicial del conocimiento, tan pronto como se enteren en algún procedimiento de que una persona relacionada con el es farmacodependiente, deberán informar de inmediato a las autoridades sanitarias, para 108 efectos del tratamiento que corresponda".

         Opuestamente, las sanciones se vuelven impactantes para el productor y comerciante, así, sólo el artículo 194, fracción I, del propio Código Penal Federal estatuye:

ART.194.- "Se impondrá prisión de diez a veinticinco años y de cien hasta quinientos días multa al que:

I.-      Produzca, transporte, trafique, comercie, suministre aún gratuitamente o prescriba alguno de los narcóticos señalado en el articulo anterior, sin la autorización correspondiente a que se refiere la Ley General de Salud.

         Para los efectos de esta fracción, por producir se entiende: manufacturar, fabricar, elaborar, preparar o acondicionar algún narcótico, y por comerciar: vender, comprar, adquirir o enajenar algún narcótico".

         Esta sanción se ve incrementada con ese temible engendro de ley, denominado De la Delincuencia Organizada.

         En México, en materia de combate a las drogas, sólo hacemos el ridículo; no hay policías profesionales, a cualquiera: un militar, un abogado inexperto y bonachón, un "cuate" del que manda, se les habilita para combatir a los narcos, éstos, como es notorio, se rien de las caricaturas de jefes que persiguen la actividad del narcotrafico. En nuestro país, en esa materia, sólo damos "palos de ciego", somos el "hazme reir" del mundo, y por supuesto, las bufonadas las efectuamos para darles gusto a los vecinos del norte, ante quienes, sin dignidad, estamos postrados; nuestros actuales gobernantes, manifiestan una sumisión abyecta ante los Estados Unidos; han entregado nuestra soberanía, nuestros principios de dignidad; observamos con profunda tristeza y rabia, cómo sin prudencia ni recato alguno, nos gobiernan sectarios incondicionales del país vecino.

         Retomando el tema del narcotráfico, insistimos, en nuestro país, la lucha es estéril, únicamente logramos detener a "narcos", cuando hay "pitazos", de los propios 'rivales de los mafiosos, o cuando nos "tropezamos" con las drogas. Hay tal incompetencia de nuestras autoridades, que recientemente, de la propia oficina de la PGR "se robaron" media tonelada de cocaina; por supuesto, el inepto Procurador, sigue en su cargo, cuando en este momento, debería estar enfrentando un juicio de responsabilidad por ese hecho, que oscila entre lo patético y lo risible; como es evidente se premian la incapacidad y la torpeza. Únicamente se castiga a quienes cumplen con su deber o dicen la verdad.

         El descaro del narcotráfico en México, es absoluto; la venta de estupefacientes a unos cuantos metros de escuelas, es abierta, sin limitaciones, y las autoridades hundidas en la corrupción, sólo se hacen presentes para cobrar sus "igualas" o "mordidas" también para la venta de drogas, se viene utilizando el sistema de INTERNET. ¡Vaya sofisticación!

         En un documento suscrito por México y Estados Unidos en febrero de 1997, denominado "México y Estados Unidos ante el problema de las drogas", se puede observar que a los norteamericanos, lo único que les interesa son ellos mismos; afirman (con impudicia) que el mal de las drogas no es de su población, sino del exterior, y por supuesto, México admite vergonzosamente esas aseveraciones. En este mismo documento se proporciona un dato aterrador; por una encuesta realizada el año pasado 'se concluye que el 57 por ciento de adultos norteamericanos, aceptan que ellos, o alguna persona cercana, habian usado drogas ilícitas. Esto revela que el problema es de los norteamericanos y no nuestro; en efecto, sólo pueden en términos generales, comprar estupefacientes los ricos, a quienes les sobra el dinero; los acostumbrados a un consumismo como los propios yanquis, luego entonces, es un problema de ellos, ¿por qué perversamente nos involucran y hasta nos culpan?

         Indebidamente, en el documento señalado, se dice: "la producción de enervantes, se desarrolla en un concepto de marginación, aislamiento o pobreza". Ello es claro, pero volvemos al planteamiento nuestro, ¿y el consumo?; si no hubiera consumidores, tampoco se darían los productores. En México, tenemos un ejemplo contundente: ya no hay consumidores de pulque, por lo tanto, ya no se produce; por lo contrario, la cerveza y el tequila, tienen un consumo impresionante; en consecuencia, los productores, muchos de ellos neófitos, han aumentado.

8.-     De alguna manera, en el tema de la legalización de la droga, hemos de considerar el precedente que constituyó la prohibición en los Estados Unidos de América. Cuando se vedó la compra-venta de alcohol durante 1933, sorprendentemente el consumo se incrementó, demostrándose que las leyes prohibicionistas que actualmente tenemos, producen el efecto opuesto al buscado, esto es, el acrecentamiento de los dependientes.

         Por esa experiencia cabe deducir, que con la regulación del uso de drogas, disminuya sensiblemente el número de adictos.

9.-     En diez Estados de la Unión Americana que despenalizaron la posesión de pequeñas cantidades de mariguana, en los años setentas, el incremento de los volúmenes de uso de este enervante fue nulo; ello no acontece con las leyes prohibitivas, las cuales no impiden el aumento en el consumo de las drogas.

         El caso de Holanda (de alguna manera también en Suiza y Alemania) -quiérase o no- fue verdaderamente aleccionador; en cuanto se despenalizó el consumo de la mariguana, el consumo de esta droga se redujo; la legalización en el uso, demuestra que no causa un incremento en su empleo.

         Dramático es el reporte del Colegio de Abogados de la ciudad de Nueva York, que aparece en la revista The New York Times, el 15 de diciembre de 1993, el cual afirma, que cuando en Liverpool se reguló y aceptó suministrar drogas prohibidas a los adictos, el número de fármacodependientes decreció; por lo contrario, en una ciudad vecina que mantuvo un sistema prohibicionista, el número de adictos aumentó en la proporción de 12 veces. La explicación del anterior fenómeno, es explicable; en Liverpool conseguir estupefacientes era más barato; por consiguiente, a los "encargados" de ofrecer droga y buscar adictos, este mercado no les resultaba atractivo; empero, en donde la droga subía de valor, era un lugar ideal para que operaran los individuos que publicitan los alucinógenos y los ofrecen con verdadera emoción mercantilista.

         Tomemos el ejemplo del alcohol; la inmensa mayoría de los seres humanos consume alcohol socialmente, y sólo una minoría lo ingiere en forma desmedida; este será el fenómeno de las drogas. No podemos evitar el uso abusivo de los enervantes, pero si la existencia de las mafias y la consecuente corrupción, misma que como bien sabemos, en nuestro país ha invadido todas las esferas, como la hidra mitológica, cuyo aliento pestífero, corrompía todo lo que la rodeaba.

         La razón de perseguir la producción y tráfico de drogas es porque le hacemos el juego a los grandes intereses económicos extranjeros, son ellos los que nos imponen esta lucha infructuosa; ya basta de la estrategia represiva contra las drogas, hay que reconocer su fracaso; estamos obligados a erigir un frente común los países latinoamericanos, mismos que somos victimas de las presiones, con que enmascaran sus verdaderas finalidades los grandes "capos" yanquis del narcotráfico, quienes subrepticiamente fomentan las narcodemocracias, vg. la de nuestro infortunado país. No propiciemos la simulación y el engaño; reitero, la guerra contra los enervantes está perdida en tanto se mantenga una impresionante demanda; la fórmula de los tratados clásicos de Economía Política, para explicar lo concerniente al valor y requerimiento, es válida en los efectos del caso peculiar que comentamos.

         Es necesario entender que la represión es un fiasco, porque no logra abatir el tráfico y el consumo de estupefacientes; únicamente genera corrupción, enriquece a los verdaderos traficantes y es fértil caldo de cultivo, de graves delitos.

         Quienes afirman que el Estado está obligado a evitar la drogadicción, esgrimen una argumentación correcta, no obstante, jamás se posibilitará ese objetivo mediante la represión; sólo será factible mediante la educación. Cuba es un país de mínima drogadicción, obviamente, por la educación generosa, adecuada, e impartida con la facultad intelectiva que juzga de las cosas con razón. Empero, debemos aceptar -aunque sea un trago amargo- que todo individuo es libre de hacer lo que le venga "en gana" con su persona, mientras no dañe a los demás. Evidentemente, ese espacio de libertad no puede ser invadido por el Estado; en consecuencia, si a pesar de una Educación bien planeada, alguien decide ser adicto a los estupefacientes, la decisión corresponde a su libre albredio; lo que no se "vale", incorrecto, es que, por ser él drogadicto, se genere la corrupción, se origine el asesinato, prolifere la delincuencia organizada, se incremente la impunidad, fenezcan los valores de un pueblo; por ello, no hay otro recurso: legalizamos la droga o terminamos como Estado y como Nación; ya basta de cientos de miles arrestados por el ilícito del narcotráfico; ya basta de inmensas fortunas amasadas en las sombras y con el tapujo de la política represiva. Frente al consumo voluntario de drogas somos impotentes, como lo hemos sido ante otros vicios como el alcohol; el papel del Estado está muy claro: regularizar su uso, aceptar el mal como uno de los flagelos apocalípticos que sufre la humanidad. La decisión es perentoria; estamos en el tiempo clave, para atravesar el Rubicón.

         El narcotráfico no puede acabarse por decreto, ni mucho menos con esta lucha infecunda, que crea un ambiente de crimen y podredumbre moral.

         La urgencia de la legalización, es impostergable, en un documento denominado "REPORTE DE LAS DROGAS EN EL MUNDO", del Programa de Control de Drogas Internacional de las Naciones Unidas, publicado por la Universidad de Oxford, en Estados Unidos de América, se reconoce esta situación y se acepta que en esa materia de la legalización, en su favor operan varios factores económicos, de salud social y análisis filosófico, entre ellos:

1.-     La guerra contra la droga ha sido un fracaso; a pesar de la cuantiosa inversión, ahora conseguir drogas es más sencillo.

2.-     La adulteración de las substancias, causa más daño que los propios estupefacientes.

3.-     Bajo un régimen legal de las drogas, éstas no se adulteran y puede darse una mejor educación respecto a su uso y consecuencias.

4.-     Los impuestos se mejorarían, en un régimen legal.

5.-     El consumo, subiría de inicio, pero después, bajaría hasta estabilizarse.

6.-     La ley penal no tiene derecho a interferir en comportamientos personales, si no se causa daño a otros.

7.-     Se acabarian las ganancias ilícitas, por lo tanto, desaparecerian los cárteles y en consecuencia, no habría más violencia y crímenes; o sea, se reduciría en buena parte la actual criminalidad, así como la corrupción que invade a los países pobres, como México y Colombia.

         En efecto, no hay más camino que la legalización, aunque no les guste a los norteamericanos; es la única opción que tenemos, con ella terminarían otros severos males: lavado de dinero, tráfico de armas, y primordialmente la inmoralidad e inmundicia, que por las drogas, fustigan poblaciones y países infortunados como el nuestro.

         Ahora bien, legalización no implica despenalización; le impondremos al consumo de estupefacientes un Marco Legal, se darán reglas bien establecidas, se cubrirán impuestos por la actividad, habrá centros especializados de distribución, se establecerá un control y seria advertencia a sus consumidores, además de un trabajo inteligente, tendiente a la disuación; empero, los transgresores de ese Marco Legal serán severa y ejemplarmente sancionados.

         En cuanto a la política de legalización, debe estar bien fundamentada por un comité de expertos que valoren y acaten -entre otros aspectos- los principios que sujetamos a su consideración:

I.       La protección de los niños y jóvenes.

II.      Orden y seguridad públicas.

III.    Respeto a los valores de libertad y responsabilidad individuales.

         Rechacemos una política farisea e inoperante; legalizar no significa bajo ningún concepto, aumento del consumo; lo que si implica es dar la cara al problema; obviamente, legalizar no conlleva proliferación ni menos aún obligatoriedad del consumo.

         Ello seria tan absurdo como el pensar, que como hemos legalizado el divorcio, éste se vuelve obligatorio para todos los matrimonios. No, bajo ningún concepto; se divorcia quien lo desea, porque la desvinculación conyugal está legalizada; de la misma manera, consumirá estupefacientes quien quiera, porque también estará legalizado.

         No ignoramos que nuestros planteamientos causarán desasosiego, primordialmente, por los grandes intereses económicos que se afectarian, y a mayor abundamiento en muchos beatos, románticos del Derecho, timoratos y displicentes ante los infortunios de la humanidad.

         Hemos planteado con ánimo sensible y escrutador, así como convicción sincera, una respuesta al problema de las drogas; empero, se requiere un mayor número de opiniones, que deben vertirse en lugares como las Asambleas Legislativas y en Congresos, como éste, donde preside el quehacer científico, porque así efectuamos una labor humanitaria, comprometida con los problemas de la sociedad; presta a buscar soluciones, a hacer frente a las dificultades, obligada con él mundo entero y su trágica problemática de los tiempos actuales, comprometida con la preservación y permanencia de la sociedad como género y del hombre como especie. Muchas gracias, por la gentileza de su atención.

Volver arriba