Dr.
Eduardo López Betancourt
Maestro
e Investigador de Derecho Penal y
Derecho
Constitucional de la Facultad de Derecho
de la
Universidad Nacional autónoma de México
MEXICO
El narcotráfico que implica producción,
comercio y consumo de drogas, no podrá bajo ningún concepto evitarse; por lo
contrario, a mayor represión del mismo, será mayor su incremento; lo único que
vamos a obtener es llegar al extremo dramático, de convertirnos en un mundo
donde impere la absoluta dictadura del tráfico de enervantes, y por
consiguiente, de la corrupción; actualmente, vivimos una galopante subversión
de valores, quien no está inmerso o involucrado en la corrupción es considerado
un individuo de temperamento mesiánico, tonto o demente. Empero, la podredumbre
no podrá erradicarse, si no se le da cauce legal al tráfico de drogas.
Es tal el cinismo en materia de
narcotráfico que en México carecemos de datos confiables; intenté una
entrevista con los funcionarios de la Fiscalía Especial para la Atención de
Delitos contra la Salud de la PGR, y la misma no se logró, sin embargo, de
antemano sabía que era inútil, que escucharía lo que siempre argumentan los
funcionarios mexicanos: promesas, planes, proyectitis y total nada. Nuestros
"pobres" gobernantes (pobres de espíritu y talento, porque en
riquezas materiales se pintan solos) se la pasan quejándose: "falta
justicia, hay mucha delincuencia, violencia, narcotráfico, lavado de dinero,
etc.", empero ¿qué hacen?, nada, declaracionitis aguda.
No obstante, debo reconocer que en la
Secretaría de Relaciones Exteriores de México, encontré una gran disposición
para informarme sobre el tema del comercio de alucinógenos, y en el mismo
contexto, quiero dejar constancia de mi agradecimiento a la embajada de
Colombia, particularmente al Excelentísimo Embajador Gustavo De Greiff
Restrepo, quien se mostró vivamente interesado en el tema.
En efecto, Colombia ha sido un país
particularmente golpeado por el problema del narcotráfico, y de alguna manera,
un sector importante de la población, se ha manifestado por la necesidad de
legalizar este terrible mal; es precisamente en este sentido y a título
personal, como estimamos que es el único camino viable.
Ya basta de contemplaciones y
consideraciones en éste punto; ya basta de estar convirtiéndonos en la tapadera
de los Estados Unidos de América, quienes nos obligan y apremian a los
organismos internacionales, como la ONU, a una batalla estéril contra las
drogas.
A pesar del criterio adverso de los
Estados Unidos Norteamericanos, se inicia un movimiento mundial a favor de la
legalización; a manera de ejemplo, exponemos las siguientes opiniones:
- MILTON FRIEDMAN, premio Nobel de
Economía 1976, afirmó aquí en México: "al despenalizar el consumo de
estupefacientes, se acabaría con la delincuencia y la violencia que conlleva el
tráfico ilícito".
- GABRIEL GARCIA MARQUEZ, premio Nobel de
Literatura: "la prohibición ha hecho más atractivo y fructífero el negocio
de la droga y fomenta la criminalidad y la corrupción a todos los
niveles". Agrega y reflexiona "ni un policía de Estados Unidos está
preso por tráfico de droga, ni un guardia de aduana, ningún importante capo ha
sido identificado".
- GUSTAVO DE GREIFF, quien fuera fiscal
colombiano contra las drogas y ahora Excelentísimo Embajador de Colombia en
México, ha expresado, con gran conocimiento y autoridad moral: "la guerra
de las drogas de Colombia ha fracasado y el país debería legalizar el tráfico
de cocaína y mariguana, debido a que los Estados Unidos y Europa están
despenalizando su consumo". Sigue señalando De Greiff: "las actuales
políticas represivas no estaban funcionando porque las naciones ricas no hacían
nada para combatir el consumo".
- PARLAMENTO EUROPEO. En acalorado debate,
el órgano legislativo de Europa, manifestó interés por legalizar la venta de
drogas, y aunque se perdió en una votación de 171 contra 135, en un futuro
próximo se da como un hecho la legalización; sólo se espera maduren más los
experimentos de Suiza y Holanda.
Por supuesto, son únicamente algunos
casos de los múltiples a favor de la legalización.
Pretendo en esta conferencia formular
planteamientos drásticos, exactos y claros, evitando al máximo el detalle
superfluo y el comentario insulso.
Actualmente la guerra contra el tráfico
de estupefacientes es un absoluto fracaso, y lo es más, para los Estados Unidos
de América.
Para ubicarnos, el problema de las
drogas se expone en tres estadios:
A) La producción.
B) El comercio.
C) El consumo.
A) Respecto a la producción, quienes la realizan
son las naciones generalmente pobres, con grandes necesidades de
infraestructura (caminos, aeropuertos, hospitales, escuelas, etc.); estos
países tienen que dedicar una parte importante de su presupuesto anual -por la
presión de los norteamericanos- para destruir plantíos, laboratorios, etc., y
todo ello, para obtener una carta de buena conducta (Certificación) del país
que consume la mayor parte de la cocaína, heroína y mariguana que se producen
en el mundo. El propio Kafka (cuya obra muestra la angustia del hombre ante el
absurdo) quedaría estupefacto, ante tal desfachatez.
Las áreas dedicadas al cultivo, cada
día van en aumento. De acuerdo a datos oficiales del Congreso de los Estados
Unidos de América, en Colombia se destinan sesenta y seis mil hectáreas y en
México, alrededor de ochenta y dos mil ochocientas cuarenta y nueve.
Otros países como Australia, Francia,
India, España y Turquía, se estima le dedican al cultivo de estupefacientes
cerca de setenta y ocho mil hectáreas. Por cierto, Estados Unidos no se queda
atrás y sólo en plantas de mariguana se han incautado para 1995, doscientas
cincuenta y cinco toneladas, lo cual debe dar idea de la impresionante cantidad
de tierra norteamericana dedicada a esta labranza.
La producción, si bien es cierto es
grave, no constituye un gran negocio, como sí lo genera la comercialización. Se
considera, por ejemplo, que la producción de droga, en términos generales, ya
como negocio para los productores, implica el dos por ciento del valor que los
estupefacientes adquieren en el mercado. Nótese la desproporción. Es obvio, el
verdadero lucro de la droga está en la comercialización.
B) Reiteramos: el auténtico negocio de los
alucinógenos radica en su comercio; sobre ello, debemos añadir que las
interceptaciones de drogas que se hacen son irrelevantes, y para nada afectan
el creciente consumo de las mismas en el imperio yanqui. De acuerdo a datos
proporcionados por el Comité Nacional de Inteligencia sobre el consumo de
narcóticos en 1996, la producción de cocaína fue 760 toneladas métricas, de las
cuales se incautaron en el mundo 230 toneladas métricas; el remanente, fue
suficiente para satisfacer las demandas mundiales de esta droga, ya que de
ellas se consumieron en Estados Unidos 300 toneladas métricas.
Otro dato referente a la heroína; la
producción de ella en 1995 se consideró en más de 300 toneladas métricas y la
demanda en los Estados Unidos, se estimó entre 10 y 15 toneladas métricas.
Como podemos observar, el decomiso que
se hace de la droga es ridículo, pero en cambio nos deja terribles secuelas,
tales son: la corrupción, la muerte y una permanente angustia de la población,
como el devenir trágico de Colombia, al que un destino aciago nos aproxima.
Los arrestos son absurdos, e insulso el
endurecimiento de las leyes contra los estupefacientes; la resultante es que un
millón y medio de personas al año, son aprehendidas por estar vinculadas al
narcotráfico; actualmente existen encarceladas un millón seiscientas mil
personas. La situación es verdaderamente caótica y aberrante; con frecuencia
nos informan que se detienen a los grandes capos de la droga, a los jefes de la
mafia; sin embargo, por cada jefe de mafia que se captura, aparecen dos nuevos
"padrinos" más fuertes y poderosos. Esos que se dicen jefes de la
mafia, son sólo intermediarios o patrones de medio pelo; los verdaderos zares
de la droga son banqueros de alto nivel social y económico, nativos tanto de
Estados Unidos de Norteamérica, como de nuestros países latinoamericanos; son
personajes de cuello blanco, quienes han creado una red de distribución más
perfecta, que la de cualquier otro producto comercial, en el mundo.
C) Respecto a los consumidores, las cifras
son sorprendentes tanto por lo que hace al número de adictos, como por lo que
se refiere al tratamiento de consumidores. Según un informe de Washington, hay
un riesgo muy grande de que sesenta y ocho millones de estadounidenses lleguen
en un futuro próximo a convertirse en adictos; esto es, el 30 por ciento de su
población estaría en esa tesitura trágica, por ello, gastan cifras exorbitantes
para dar tratamiento desintoxicante a consumidores; no obstante, a juicio del
Colegio de Abogados de la ciudad de Nueva York, dichas terapias en centros
hospitalarios suntuosos, y en compañía de celebridades, sólo han demostrado una
relativa eficacia; lo más grave es que lejos de prevenir, pueden ser atractivas
para incrementar a los consumidores.
Hemos procurado una exposición sucinta,
pero es obvio que el tema admite mayor amplitud y obliga a serias reflexiones:
1.- Pensar en una nueva estrategia que tenga
por finalidad arruinar los "cárteles" del tráfico de estupefacientes.
2.- El lucro de los narcotraficantes,
entendamos bien, vive de la prohibición y en buena medida, de las grandes sumas
que se invierten en la represión.
3.- No hay mejor camino que la legalización, la
cual no implica despenalización, sino una regulación legal de la producción y
el comercio de las drogas prohibidas.
4.- Este sistema, acabaría con la terrible
corrupción que conlleva el negocio; limpiaría la imagen de las autoridades,
particularmente de la Policía, sin olvidarnos de autoridades Judiciales; se
evitarían encarcelaciones y condenas innecesarias. El no cambiar de maniobras
tácticas en el combate al narcotráfico y la 'corrupción que engendra, nos
llevaría a considerar que es una batalla perdida. Los norteamericanos deben
tener presente el caso de Vietnam.
5.- La estrategia de la legalización debe ir
acompañada de una exitosa, seria y bien planeada campaña educativa, independientemente
de cuidar muchísimo, y mejorar las terapias médicas de los adictos.
6.- Esta táctica de legalización no implica
irresponsabilidad, sino aceptación del sabio adagio que reza: "a los
grandes males, grandes remedios". Y aquí tal vez vendría un planteamiento
contundente y exacto, ¿a quienes no conviene la legalización?, ¿a los
productores?, tal vez, en alguna medida, pero para ellos consideramos planes
agrícolas atractivos, que sustituyan su inquietud por producir drogas; ¿a los
distribuidores que conocemos?, definitivamente ellos son vestigios de la
eventualidad, los jefes de cárteles latinoamericanos son pelagatos, pobres
diablos ignorantes al servicio de los grandes zares de los narcóticos, los
individuos que tras bambalinas manejan la verdadera especulación con las
drogas, esos hombres que se escudan como Secretarios de Estado, como políticos
influyentes, como dueños de bancos; es nuestra convicción, que los grandes
empresarios norteamericanos, son los verdaderos amos de los políticos
encumbrados de aquel país; amos de Senadores, dueños de funcionarios de alto
rango. Así, con toda certeza y claridad formulamos la denuncia de 'que el
comercio de la droga en el mundo, lo controlan y lo manejan los grandes
industriales norteamericanos, los políticos enriquecidos y corruptos de México,
los innobles banqueros de nuestro país Por ello afirmamos, que si efectivamente
hubiese voluntad política para acabar con el tráfico de estupefacientes y sus
nefastas consecuencias, se deberán investigar las fortunas de algunos hombres
en el país, las cuales por su magnitud no pueden ser ajenas al narcotráfico;
evidentemente en nuestro medio criollo, son ellos quienes van a oponerse a la
legalización, porque se les privaría de suculentas ganancias. Su vinculación
con los multimillonarios hombres de negocios norteamericanos es obvia.
7.- A mayor abundamiento, en el caso de México,
aseveramos que existe una política jurídica absurda y farisaica (parecida a la
de otros países); a quienes consumen las drogas no los sancionamos; establece
el artículo 199 del Código Penal Federal:
ART. 199 (PARRAFO PRIMERO).- "Al farmacodependiente que posea para su
estricto consumo personal algún narcótico de 108 señalados en el artículo 193,
no se le aplicara pena alguna. El Ministerio Publico, la autoridad judicial del
conocimiento, tan pronto como se enteren en algún procedimiento de que una
persona relacionada con el es farmacodependiente, deberán informar de inmediato
a las autoridades sanitarias, para 108 efectos del tratamiento que corresponda".
Opuestamente, las sanciones se vuelven
impactantes para el productor y comerciante, así, sólo el artículo 194,
fracción I, del propio Código Penal Federal estatuye:
ART.194.- "Se
impondrá prisión de diez a veinticinco años y de cien hasta quinientos días
multa al que:
I.- Produzca, transporte, trafique, comercie,
suministre aún gratuitamente o prescriba alguno de los narcóticos señalado en
el articulo anterior, sin la autorización correspondiente a que se refiere la
Ley General de Salud.
Para los efectos de esta fracción, por
producir se entiende: manufacturar, fabricar, elaborar, preparar o acondicionar
algún narcótico, y por comerciar: vender, comprar, adquirir o enajenar algún
narcótico".
Esta sanción se ve incrementada con ese
temible engendro de ley, denominado De la Delincuencia Organizada.
En México, en materia de combate a las
drogas, sólo hacemos el ridículo; no hay policías profesionales, a cualquiera:
un militar, un abogado inexperto y bonachón, un "cuate" del que
manda, se les habilita para combatir a los narcos, éstos, como es notorio, se
rien de las caricaturas de jefes que persiguen la actividad del narcotrafico.
En nuestro país, en esa materia, sólo damos "palos de ciego", somos
el "hazme reir" del mundo, y por supuesto, las bufonadas las
efectuamos para darles gusto a los vecinos del norte, ante quienes, sin
dignidad, estamos postrados; nuestros actuales gobernantes, manifiestan una
sumisión abyecta ante los Estados Unidos; han entregado nuestra soberanía,
nuestros principios de dignidad; observamos con profunda tristeza y rabia, cómo
sin prudencia ni recato alguno, nos gobiernan sectarios incondicionales del
país vecino.
Retomando el tema del narcotráfico,
insistimos, en nuestro país, la lucha es estéril, únicamente logramos detener a
"narcos", cuando hay "pitazos", de los propios 'rivales de
los mafiosos, o cuando nos "tropezamos" con las drogas. Hay tal
incompetencia de nuestras autoridades, que recientemente, de la propia oficina
de la PGR "se robaron" media tonelada de cocaina; por supuesto, el
inepto Procurador, sigue en su cargo, cuando en este momento, debería estar
enfrentando un juicio de responsabilidad por ese hecho, que oscila entre lo
patético y lo risible; como es evidente se premian la incapacidad y la torpeza.
Únicamente se castiga a quienes cumplen con su deber o dicen la verdad.
El descaro del narcotráfico en México,
es absoluto; la venta de estupefacientes a unos cuantos metros de escuelas, es
abierta, sin limitaciones, y las autoridades hundidas en la corrupción, sólo se
hacen presentes para cobrar sus "igualas" o "mordidas"
también para la venta de drogas, se viene utilizando el sistema de INTERNET.
¡Vaya sofisticación!
En un documento suscrito por México y
Estados Unidos en febrero de 1997, denominado "México y Estados Unidos
ante el problema de las drogas", se puede observar que a los
norteamericanos, lo único que les interesa son ellos mismos; afirman (con
impudicia) que el mal de las drogas no es de su población, sino del exterior, y
por supuesto, México admite vergonzosamente esas aseveraciones. En este mismo
documento se proporciona un dato aterrador; por una encuesta realizada el año
pasado 'se concluye que el 57 por ciento de adultos norteamericanos, aceptan
que ellos, o alguna persona cercana, habian usado drogas ilícitas. Esto revela
que el problema es de los norteamericanos y no nuestro; en efecto, sólo pueden
en términos generales, comprar estupefacientes los ricos, a quienes les sobra
el dinero; los acostumbrados a un consumismo como los propios yanquis, luego
entonces, es un problema de ellos, ¿por qué perversamente nos involucran y
hasta nos culpan?
Indebidamente, en el documento
señalado, se dice: "la producción de enervantes, se desarrolla en un
concepto de marginación, aislamiento o pobreza". Ello es claro, pero
volvemos al planteamiento nuestro, ¿y el consumo?; si no hubiera consumidores,
tampoco se darían los productores. En México, tenemos un ejemplo contundente:
ya no hay consumidores de pulque, por lo tanto, ya no se produce; por lo
contrario, la cerveza y el tequila, tienen un consumo impresionante; en
consecuencia, los productores, muchos de ellos neófitos, han aumentado.
8.- De alguna manera, en el tema de la
legalización de la droga, hemos de considerar el precedente que constituyó la
prohibición en los Estados Unidos de América. Cuando se vedó la compra-venta de
alcohol durante 1933, sorprendentemente el consumo se incrementó, demostrándose
que las leyes prohibicionistas que actualmente tenemos, producen el efecto
opuesto al buscado, esto es, el acrecentamiento de los dependientes.
Por esa experiencia cabe deducir, que
con la regulación del uso de drogas, disminuya sensiblemente el número de
adictos.
9.- En diez Estados de la Unión Americana que
despenalizaron la posesión de pequeñas cantidades de mariguana, en los años
setentas, el incremento de los volúmenes de uso de este enervante fue nulo;
ello no acontece con las leyes prohibitivas, las cuales no impiden el aumento
en el consumo de las drogas.
El caso de Holanda (de alguna manera
también en Suiza y Alemania) -quiérase o no- fue verdaderamente aleccionador;
en cuanto se despenalizó el consumo de la mariguana, el consumo de esta droga
se redujo; la legalización en el uso, demuestra que no causa un incremento en
su empleo.
Dramático es el reporte del Colegio de
Abogados de la ciudad de Nueva York, que aparece en la revista The New York
Times, el 15 de diciembre de 1993, el cual afirma, que cuando en Liverpool se
reguló y aceptó suministrar drogas prohibidas a los adictos, el número de fármacodependientes
decreció; por lo contrario, en una ciudad vecina que mantuvo un sistema
prohibicionista, el número de adictos aumentó en la proporción de 12 veces. La
explicación del anterior fenómeno, es explicable; en Liverpool conseguir
estupefacientes era más barato; por consiguiente, a los "encargados"
de ofrecer droga y buscar adictos, este mercado no les resultaba atractivo;
empero, en donde la droga subía de valor, era un lugar ideal para que operaran
los individuos que publicitan los alucinógenos y los ofrecen con verdadera
emoción mercantilista.
Tomemos el ejemplo del alcohol; la
inmensa mayoría de los seres humanos consume alcohol socialmente, y sólo una
minoría lo ingiere en forma desmedida; este será el fenómeno de las drogas. No
podemos evitar el uso abusivo de los enervantes, pero si la existencia de las
mafias y la consecuente corrupción, misma que como bien sabemos, en nuestro
país ha invadido todas las esferas, como la hidra mitológica, cuyo aliento pestífero,
corrompía todo lo que la rodeaba.
La razón de perseguir la producción y
tráfico de drogas es porque le hacemos el juego a los grandes intereses
económicos extranjeros, son ellos los que nos imponen esta lucha infructuosa;
ya basta de la estrategia represiva contra las drogas, hay que reconocer su
fracaso; estamos obligados a erigir un frente común los países
latinoamericanos, mismos que somos victimas de las presiones, con que
enmascaran sus verdaderas finalidades los grandes "capos" yanquis del
narcotráfico, quienes subrepticiamente fomentan las narcodemocracias, vg. la de
nuestro infortunado país. No propiciemos la simulación y el engaño; reitero, la
guerra contra los enervantes está perdida en tanto se mantenga una
impresionante demanda; la fórmula de los tratados clásicos de Economía
Política, para explicar lo concerniente al valor y requerimiento, es válida en
los efectos del caso peculiar que comentamos.
Es necesario entender que la represión
es un fiasco, porque no logra abatir el tráfico y el consumo de
estupefacientes; únicamente genera corrupción, enriquece a los verdaderos
traficantes y es fértil caldo de cultivo, de graves delitos.
Quienes afirman que el Estado está
obligado a evitar la drogadicción, esgrimen una argumentación correcta, no
obstante, jamás se posibilitará ese objetivo mediante la represión; sólo será
factible mediante la educación. Cuba es un país de mínima drogadicción,
obviamente, por la educación generosa, adecuada, e impartida con la facultad
intelectiva que juzga de las cosas con razón. Empero, debemos aceptar -aunque
sea un trago amargo- que todo individuo es libre de hacer lo que le venga
"en gana" con su persona, mientras no dañe a los demás.
Evidentemente, ese espacio de libertad no puede ser invadido por el Estado; en
consecuencia, si a pesar de una Educación bien planeada, alguien decide ser
adicto a los estupefacientes, la decisión corresponde a su libre albredio; lo
que no se "vale", incorrecto, es que, por ser él drogadicto, se
genere la corrupción, se origine el asesinato, prolifere la delincuencia
organizada, se incremente la impunidad, fenezcan los valores de un pueblo; por
ello, no hay otro recurso: legalizamos la droga o terminamos como Estado y como
Nación; ya basta de cientos de miles arrestados por el ilícito del
narcotráfico; ya basta de inmensas fortunas amasadas en las sombras y con el
tapujo de la política represiva. Frente al consumo voluntario de drogas somos
impotentes, como lo hemos sido ante otros vicios como el alcohol; el papel del
Estado está muy claro: regularizar su uso, aceptar el mal como uno de los
flagelos apocalípticos que sufre la humanidad. La decisión es perentoria;
estamos en el tiempo clave, para atravesar el Rubicón.
El narcotráfico no puede acabarse por
decreto, ni mucho menos con esta lucha infecunda, que crea un ambiente de
crimen y podredumbre moral.
La urgencia de la legalización, es
impostergable, en un documento denominado "REPORTE DE LAS DROGAS EN EL
MUNDO", del Programa de Control de Drogas Internacional de las Naciones Unidas,
publicado por la Universidad de Oxford, en Estados Unidos de América, se
reconoce esta situación y se acepta que en esa materia de la legalización, en
su favor operan varios factores económicos, de salud social y análisis
filosófico, entre ellos:
1.- La guerra contra la droga ha sido un
fracaso; a pesar de la cuantiosa inversión, ahora conseguir drogas es más
sencillo.
2.- La adulteración de las substancias, causa
más daño que los propios estupefacientes.
3.- Bajo un régimen legal de las drogas, éstas
no se adulteran y puede darse una mejor educación respecto a su uso y
consecuencias.
4.- Los impuestos se mejorarían, en un régimen
legal.
5.- El consumo, subiría de inicio, pero
después, bajaría hasta estabilizarse.
6.- La ley penal no tiene derecho a interferir
en comportamientos personales, si no se causa daño a otros.
7.- Se acabarian las ganancias ilícitas, por lo
tanto, desaparecerian los cárteles y en consecuencia, no habría más violencia y
crímenes; o sea, se reduciría en buena parte la actual criminalidad, así como
la corrupción que invade a los países pobres, como México y Colombia.
En efecto, no hay más camino que la
legalización, aunque no les guste a los norteamericanos; es la única opción que
tenemos, con ella terminarían otros severos males: lavado de dinero, tráfico de
armas, y primordialmente la inmoralidad e inmundicia, que por las drogas,
fustigan poblaciones y países infortunados como el nuestro.
Ahora bien, legalización no implica
despenalización; le impondremos al consumo de estupefacientes un Marco Legal,
se darán reglas bien establecidas, se cubrirán impuestos por la actividad,
habrá centros especializados de distribución, se establecerá un control y seria
advertencia a sus consumidores, además de un trabajo inteligente, tendiente a
la disuación; empero, los transgresores de ese Marco Legal serán severa y
ejemplarmente sancionados.
En cuanto a la política de
legalización, debe estar bien fundamentada por un comité de expertos que
valoren y acaten -entre otros aspectos- los principios que sujetamos a su
consideración:
I. La protección de los niños y jóvenes.
II. Orden y seguridad públicas.
III. Respeto a los valores de libertad y
responsabilidad individuales.
Rechacemos una política farisea e
inoperante; legalizar no significa bajo ningún concepto, aumento del consumo;
lo que si implica es dar la cara al problema; obviamente, legalizar no conlleva
proliferación ni menos aún obligatoriedad del consumo.
Ello seria tan absurdo como el pensar,
que como hemos legalizado el divorcio, éste se vuelve obligatorio para todos
los matrimonios. No, bajo ningún concepto; se divorcia quien lo desea, porque
la desvinculación conyugal está legalizada; de la misma manera, consumirá
estupefacientes quien quiera, porque también estará legalizado.
No ignoramos que nuestros
planteamientos causarán desasosiego, primordialmente, por los grandes intereses
económicos que se afectarian, y a mayor abundamiento en muchos beatos,
románticos del Derecho, timoratos y displicentes ante los infortunios de la
humanidad.
Hemos planteado con ánimo sensible y escrutador,
así como convicción sincera, una respuesta al problema de las drogas; empero,
se requiere un mayor número de opiniones, que deben vertirse en lugares como
las Asambleas Legislativas y en Congresos, como éste, donde preside el quehacer
científico, porque así efectuamos una labor humanitaria, comprometida con
los problemas de la sociedad; presta a buscar soluciones, a hacer frente a
las dificultades, obligada con él mundo entero y su trágica problemática de
los tiempos actuales, comprometida con la preservación y permanencia de la
sociedad como género y del hombre como especie. Muchas gracias, por la gentileza
de su atención.