Título: Bases metodológicas para el entrenamiento con niños y jóvenes. La entrenabilidad.

 

 

 

Autor: Dr. Pedro Luis de la Paz Rodríguez. Cuba

             ISCF “Manuel Fajardo”

 

 

El deporte y la práctica de actividades físico recreativas se han convertido en un fenómeno cultural de grandes dimensiones en el mundo de hoy, dado no sólo por la cantidad de deportes o actividades, sino por la difusión que estas han alcanzado virtualmente en todo el mundo.

 

Cada vez más, de una forma u otra, todos los países se preocupan por la práctica masiva y por el aspecto cualitativo del deporte, lo cual se traduce en altos niveles de salud, prevención social y relevantes logros a nivel nacional e internacional.

 

Para el logro de estos resultados se hace necesario tener en cuenta algunos aspectos esenciales sin los cuales no se pueden alcanzar los objetivos de masificar y cualificar la práctica de actividades físico-deportivas. Entre estos aspectos se encuentran los siguientes:

 

  1. Proyección social masiva de las actividades físico -deportivas.
  2. Organización deportiva que favorezca el logro de tales objetivos.
  3. Planificación científica de las actividades.
  4. Base técnico material y aseguramientos adecuados a las necesidades presentes y futuras.
  5. Superación y actualización permanente de profesores, entrenadores y de todo el personal relacionado con las actividades físicas.

 

El desarrollo deportivo de un país o estado comienza desde edades tempranas, mediante programas de educación física adecuados a las edades y sexos de los niños y jóvenes y a las necesidades y posibilidades motrices de cada etapa de desarrollo.

 

La trayectoria o desarrollo deportivo de la gran masa de niños y jóvenes con los cuales trabajamos a diario, tiene que enfrentar innumerables y controvertidos problemas científico pedagógicos y teórico metodológicos, sobre todo en aquellos deportes de iniciación temprana, para poder lograr una alta longevidad deportiva sin ocasionar traumas o lesiones irreversibles en los niños y jóvenes practicantes , así como permitir una correcta detección, selección y orientación de los talentos deportivos.

 

De ahí que se establezcan relaciones mutuamente influyentes entre los procesos de crecimiento y desarrollo humano y los resultados físico- deportivos que se pueden alcanzar en cada grupo de edades, lo que obliga a centrar toda la atención en tres importantes cuestiones:

 

  1. ¿Cómo se produce el proceso de maduración y crecimiento humano?

 

  1. ¿Cuándo se manifiestan con mayor fuerza las fases sensibles para el desarrollo de las capacidades físicas condicionales y coordinativas con niños y jóvenes?

 

  1. ¿Cuáles son los efectos que provocan los diferentes tipos de cargas en el organismo de los niños y jóvenes y cuáles podrían ser sus principales consecuencias?

 

 

CONSIDERACIONES SOBRE EL PROCESO DE CRECIMIENTO, MADURACIÓN Y DESARROLLO HUMANO Y EL RENDIMIENTO DEPORTIVO.

 

El ser humano es concebido desde el nacimiento hasta su muerte como una eficaz ‘máquina’ de movimiento y rendimiento, por lo cual va sufriendo constantes transformaciones cuantitativas y cualitativas que se producen con ritmos e intensidades bien diferenciadas según la vida del individuo.

 

La ciencia ha estudiado y demostrado fehacientemente que los factores relacionados con los procesos de crecimiento, maduración y desarrollo son numerosos y que con frecuencia actúan interrelacionados. Entre estos se encuentran los siguientes: factores hereditarios, acción hormonal, modo de vida, estado psicofísico, alimentación y la influencia social.

 

Los factores hereditarios influyen directamente en la conformación de lo que se conoce como genotipo y condicionan la composición corporal, el biotipo, la estatura máxima esperada, el desarrollo máximo de fuerza posible y las aptitudes físicas e intelectuales del ser humano. Las modificaciones experimentadas por la influencia medioambiental y social se conocen como fenotipo. Entre los factores que lo condicionan se encuentran el aumento o desarrollo de las capacidades físicas, el porcentaje real observable de tipos de fibras musculares (ST o FT) y el nivel de máximo consumo de oxígeno, entre otros.

 

¿Qué es el crecimiento? El proceso de crecimiento se refiere a las transformaciones cuantitativas del organismo o de un aspecto particular de este: estatura, peso corporal, dimensión y peso de los órganos, etc.

 

 

 

Una curva de crecimiento humano se caracteriza por las siguientes etapas: crecimiento acelerado del feto, disminución rápida de la velocidad de crecimiento después del nacimiento, relativa lentitud de crecimiento durante la infancia y una rápida explosión en la velocidad de crecimiento durante la etapa de la pubertad.

 

La maduración por su parte es más difícil cuantificarla, pues se aplica al proceso fisiológico mediante el cual los seres vivos sufren una transformación de su cuerpo, tanto desde el punto de vista morfológico como funcional y psicológico de manera tal, que su configuración y modo conductual varían con el tiempo. La maduración se manifiesta por el desarrollo y diferenciación celular, por el perfeccionamiento anatómico, por la diversificación de las reacciones biológicas y conductuales. Este proceso se realiza lentamente con aceleraciones o estancamientos en determinados periodos de la vida humana.

 

El desarrollo se manifiesta por adquirir el ser humano, la capacidad de desempeñar actividades y funciones en grado creciente de complejidad y eficiencia con un paralelismo relativo y equilibrado con el crecimiento de las estructuras corporales y biológicas.

 

Estos tres procesos se llevan a cabo sin interrupción desde el nacimiento de acuerdo a etapas temporales bastante bien definidas y según leyes biológicas precisas. Sin embargo, es necesario resaltar que los procesos  de crecimiento y desarrollo presentan un heterocronismo en los diversos órganos y sistemas que componen el cuerpo humano y por tanto, el desarrollo es desigual en el tiempo variando conforme a un determinado criterio seleccionado como puede ser la estatura o el peso corporal o al desarrollo de un determinado órgano o sistema funcional.  Por ejemplo, el sistema nervioso madura y se desarrolla  rápidamente en los primeros seis años y después decrece bruscamente; la osificación es diferente en cada hueso e incluso dentro de un mismo hueso se producen fases  bien diferenciadas, como se manifiesta en los centros primarios de osificación de los principales huesos largos en la vida fetal y que concluye entre los 14 y los 20 años de edad.

 

En lo que respecta al sistema osteomuscular los impulsos de crecimiento se caracterizan por las siguientes situaciones:

 

 

  1. Se alterna el crecimiento de los huesos en diámetro y largo.

 

  1. Se alterna el crecimiento entre el húmero, el cúbito y el radio y del fémur con la tibia y el peroné.

 

  1. Se alterna el crecimiento distal con la extremidad proximal.

 

 

  1. Se alterna el crecimiento de los miembros superiores con los miembros inferiores.

 

  1. Se alterna el crecimiento de los miembros inferiores con el crecimiento del tronco.

 

Como puede apreciarse, el desarrollo se rige por dos leyes que regulan la secuencia direccional controlada del mismo: la ley de desarrollo céfalo – caudal y la ley próximo - distal.

 

Ley de desarrollo céfalo – caudal. De acuerdo con esta ley, el proceso de desarrollo y maduración de las estructuras y funciones se perfeccionan primero en la región de la cabeza, después en el tronco y por último en las extremidades inferiores. Es por ello que al nacer el ser humano no es capaz de realizar movimientos complejos, sino un limitado número de movimientos instintivos. Esta limitación está dada por la incapacidad del recién nacido de dominar la actividad de ciertos grupos musculares que son necesarios para realizar otros movimientos voluntarios.

 

Ley de desarrollo próximo – distal. Esta ley caracteriza el proceso de desarrollo desde el eje central corporal hacia las extremidades.

 

Tomando como referencia las diferentes velocidades de crecimiento, maduración y desarrollo, se puede afirmar que el ser humano evoluciona por ciclos de amplitud y ritmos diferenciados conforme a una estructura y función considerada, en un proceso sistémico y en espiral, donde se alternan ciclos o periodos de equilibrio con periodos de desequilibrio.

 

El proceso de desarrollo humano depende no solo de los cambios morfofuncionales, sino que también tiene una gran dependencia de la influencia del medio circundante. El proceso natural de desarrollo conlleva además de los procesos biológicos de crecimiento y maduración y de los factores hereditarios, el proceso social de aprendizaje.

 

El proceso de aprendizaje coadyuva al desarrollo del ser humano mediante la adquisición de nuevas habilidades, capacidades físicas e intelectuales, hábitos, conocimientos y convicciones que surgen producto de su actividad. La actividad del ser humano, por su naturaleza y objetivos, es muy rica en contenido y formas de manifestación.

 

La actividad humana en cualquiera de sus esferas de actuación, no puede concebirse como algo separado o único, sino por el contrario, todas las acciones que componen la actividad  están estrechamente vinculadas y por lo tanto, constituyen un sistema, se disponen de acuerdo con un orden preestablecido y se estructuran conforme a un plan determinado.

 

En todas las esferas del trabajo humano, no obstante el nivel de desarrollo que haya alcanzado  el hombre producto de su entrenamiento anterior, es necesario que se conciban los objetivos a alcanzar (el qué es lo que se desea lograr), y para lo cual se dosifica la tarea. Además, se prevén las condiciones que se necesitan o se disponen para alcanzar los resultados apetecidos y por último, se estructuran las acciones y tareas (el cómo resolverlas y en cuál orden) y se fijan los plazos para su resolución (cuándo).

 

Ha quedado demostrado científicamente que la influencia del medio circundante y las características sociales y culturales en las cuales se desenvuelve el ser humano son puntos clave para su desarrollo. El entorno en el cual vive y desarrolla el niño en sus primeros años de vida puede tener un fuerte impacto posterior en la plena expresión de sus potenciales hereditarios.

 

 La reducción o la eliminación de las oportunidades de aprendizaje del niño pueden acarrear atrasos en su desarrollo físico e intelectual, al igual que las malas condiciones higiénico – sanitarias y de alimentación.

 

Dentro de los factores sociales influyentes para lograr un buen desarrollo físico, psíquico y social de los niños, adolescentes y jóvenes, sin duda alguna los ejercicios físicos variados (juegos, gimnasia, deportes, actividades recreativas al aire libre, etc.) ocupan un lugar privilegiado. La ciencia ha comprobado reiteradamente los efectos beneficiosos de los ejercicios físicos en el perfeccionamiento de las diferentes funciones y estructuras del organismo humano.

 

Pero la práctica de estas actividades no puede realizarse de cualquier forma, en cualquier momento y en cualquier edad. El crecimiento, maduración y desarrollo humano condicionan en gran medida qué actividad o ejercicio se puede y deben practicar.

 

Por todo ello, los educadores físicos (profesores de educación física, entrenadores deportivos, promotores, educadoras,….) deben responderse una serie de preguntas antes de planificar y llevar a cabo un programa de actividades físicas con niños:

 

  1. ¿Son entrenables todas las capacidades físicas, tanto condicionales como coordinativas en cualquier edad?

 

  1. ¿Cuáles capacidades físicas, teniendo en cuenta la evolución biológica, preceden a otras en el tiempo?

 

  1. ¿Pueden establecerse condicionantes para la especialización, o sea, para un trabajo específico, intenso y exigir altos niveles de rendimiento a todos los niños por igual sin importar edad, sexo y nivel de desarrollo?

 

 

 

LOS PERIODOS SENSITIVOS Y LA ENTRENABILIDAD DE LOS NIÑOS.

 

 

Como ya ha sido tratado con anterioridad, la maduración orgánica por fases o edades condicionan la predisposición del ser humano para realizar determinados trabajos o tareas. En el campo de la Educación Física  y el deporte escolar es importante tener en cuenta el proceso de maduración orgánica en el momento de concebir un programa adecuado a las necesidades de los niños y jóvenes hacia los que este vaya dirigido.

 

Las etapas de maduración orgánica o de predisposición para el rendimiento en las cuales influyen tanto factores genéticos como ambientales son conocidas como periodos sensitivos. Wolkov y Filin, describen este periodo como “ … No una etapa rigurosamente determinada de desarrollo individual (la edad infantil, adolescentes, etc.), sino el periodo caracterizado por la mayor sensibilidad a la acción de los factores tanto favorables como desfavorables del medio exterior. En pocas palabras, los periodos en que la fusión de los factores genéticos y ambientales sea la más completa. Sabiendo los periodos críticos y las dosis óptimas de influjo, se puede regular arbitrariamente las distintas propiedades del organismo en las distintas etapas de la ontogénesis, controlar el programa individual de desarrollo.”

 

El caracterizar los entornos de edad correspondientes a los periodos sensitivos es tomar en cuenta no solo la edad cronológica, sino que todavía es más importante la edad biológica, o sea, aquella que determina un nivel de desarrollo físico determinado que no siempre tiene correspondencia con las manifestaciones o reacciones orgánicas que se producen en niños de igual edad cronológica y sexo. De ahí que el trabajo de desarrollo de las capacidades físicas, sobre todo las condicionales (fuerza, resistencia y velocidad) así como la movilidad articular o flexibilidad, sean más eficaces si las cargas (fundamentalmente tomando como referencia el volumen, la intensidad y la densidad del estímulo) y los tipos de capacidades o sus variantes se ajustan a estas etapas en las cuales se producen  los cambios más favorables que son característicos para cada edad y sexo.

 

Cuantiosos estudios científicos han demostrado que la predisposición biológica debido a la maduración orgánica conlleva un ordenamiento más o menos riguroso a partir de los seis años donde se produce un momento propicio para el desarrollo sistemático de las capacidades coordinativas fundamentales hasta aproximadamente los 12 o 13 años para, a partir de este entorno de edades, propiciar el desarrollo amplio de las capacidades condicionales (sobre todo la fuerza y la velocidad).

 

 

 

 

LAS CAPACIDADES COORDINATIVAS

 

Desde el punto de vista conceptual, las capacidades coordinativas se pueden definir como la capacidad de organizar y regular el movimiento. Se interrelacionan con las habilidades motrices y solo se hacen efectivas en el rendimiento deportivo por medio de su unidad con las capacidades condicionales.

 

Estas capacidades tienen una fase de desarrollo intensivo desde los 6 a los 11 años aproximadamente y se produce un ligero descenso entre las edades de 12  a los 14 años. Como resultado del desarrollo alcanzado por el aparato vestibular y demás analizadores ( óptico y acústico ), se logra un elevado nivel de desarrollo de la coordinación, el equilibrio y la agilidad en estos grupos de edades, lo que posibilita que los niños si son bien enseñados, puedan llegar a dominar habilidades motrices de una alta complejidad de ejecución.

 

No por gusto se afirma que entre los 8 y los 12 años son las edades más propicias para el aprendizaje motriz debido al incremento acelerado del perfeccionamiento de estas capacidades. En estas edades (8 – 12 años), el perfeccionamiento de las capacidades coordinativas debe realizarse sobre la base de variedad de ejercicios con diferente finalidad y organización.

 

Para el desarrollo de las capacidades coordinativas deben emplearse ejecuciones en las cuales se modifiquen la posición inicial o de partida, la estructura dinámico – temporal (más lento o más rápido), variación de las condiciones externas (obstáculos, sol) y combinaciones de habilidades o movimientos en diferentes condiciones y ritmos de ejecución.

 

La ejercitación sistemática de las capacidades coordinativas (equilibrio, ritmo, orientación espacial, entre otras), influye directamente en el desarrollo de diferentes capacidades condicionales y a su vez, en una mejor  predisposición para el aprendizaje de diferentes actividades motrices (juegos, gimnasia, deportes).

 

Dentro de este grupo de capacidades físicas coordinativas, tenemos dos grandes subgrupos: la capacidad de coordinación general y la capacidad de coordinación específica.

 

La capacidad de coordinación general está compuesta por tres grandes grupos:

 

  1. La capacidad de aprendizaje motor.
  2. La capacidad de control motor.
  3. La capacidad de adaptación y transformación del movimiento.

 

 

La capacidad de coordinación específica está estructurada por las siguientes capacidades:

 

  1. Capacidad de equilibrio.
  2. Capacidad de combinación motora.
  3. Capacidad de orientación espacial.
  4. Capacidad de diferenciación espacio – temporal.
  5. Capacidad de diferenciación dinámica.
  6. Capacidad de anticipación.

 

 

LAS CAPACIDADES CONDICIONALES

 

Las capacidades condicionales son cualidades energético – funcionales del organismo que posibilitan un rendimiento elevado y que se desarrollan como resultado de la acción motriz consciente del ser humano y al mismo tiempo, constituyen condiciones de esas acciones motrices y de otras a desarrollar.

 

Este tipo de capacidades se clasifican en capacidades condicionales simples y capacidades condicionales complejas.

 

Entre este tipo de capacidades se encuentran la fuerza, la velocidad y la resistencia y las diferentes combinaciones que se establecen entre ellas como son: la fuerza rápida o potencia, la resistencia a la fuerza, la resistencia a la rapidez y la resistencia a la fuerza rápida, lo que conlleva el trabajo de desarrollo y manifestación del trabajo cohesionado de las tres capacidades al unísono.

 

 

BASES METODOLÒGICAS PARA EL ENTRENAMIENTO DE LOS NIÑOS Y JÒVENES. LA ENTRENABILIDAD.

 

Como se conoce, el proceso de entrenamiento de niños y jóvenes conlleva una atención fundamental en cuanto a su planificación, control y corrección pedagógica (feedback), ya que existe una gran diferencia en la forma de percibir la naturaleza del ejercicio (intensidad, volumen, duración) entre los niños y los adultos.

 

La insuficiente especialización deportiva, la diferenciación perceptiva de los niveles de tensión de los esfuerzos físicos y la carencia de respuesta del organismo infantil a determinadas formas de entrenamiento crean diversas interrogantes alrededor de la entrenabilidad de los niños.

 

Según Becerro (l989), la entrenabilidad se mide por el grado de transformaciones morfológicas o funcionales sufridas por el organismo sometido al proceso de acondicionamiento general, a través de un programa específico.

 

Al respecto, en muchos casos, las transformaciones morfofuncionales del organismo de un niño pueden ser alteradas en sentido positivo o negativo debido a los procesos de maduración, crecimiento y desarrollo que se llevan a cabo en cada grupo de edades.

 

En pocas palabras, la entrenabilidad se define como la adaptación a las cargas de entrenamiento de los diversos sistemas biológicos del organismo. La capacidad de entrenamiento de los niños y adolescentes depende del nivel de maduración y desarrollo de los diferentes sistemas de su organismo.

 

A tenor de este fenómeno, desde los años 70 Matveev y Schmolinsky, por sólo citar dos eminentes investigadores del entrenamiento, al hablar del plan perspectivo individual de los atletas, concibieron  cuatro etapas de desenvolvimiento individual que fueron atemperadas a los distintos estadios de desarrollo del ser humano, a sus posibilidades reales y a la metodología del entrenamiento. Estas cuatro fases fueron denominadas de la siguiente manera:

 

a)       Etapa de formación básica

b)       Etapa de especialización

c)       Etapa de alto rendimiento

d)       Etapa de mantenimiento, llamada hoy etapa de desentrenamiento.

 

Por el interés de nuestro trabajo solamente nos referiremos a la primera etapa de formación básica, ya que con sus lógicas excepciones, todo el trabajo que se realice con los niños y jóvenes debe estar concentrado en esta etapa de formación deportiva.

 

La intencionalidad pedagógico – metodológica de esta etapa de formación deportiva está encaminada a propiciar una preparación general y multifacética de los niños en edad escolar, al poner el énfasis principal de entrenamiento en las capacidades coordinativas ( coordinación, ritmo, orientación espacial, percepción y ajuste de los movimientos..), en la flexibilidad, la capacidad aeróbica y la resistencia muscular localizada o resistencia a la fuerza.

 

En esta etapa de la formación deportiva debe enfatizarse sobre todo en la planificación de variadas actividades físico – deportivas que impidan una especialización funcional temprana y que posibiliten una futura especialización deportiva, por lo que se deben propiciar experiencias sensomotrices diversas en correspondencia con la edad y posibilidades reales de los niños.

 

La atención debe estar dirigida, en lo fundamental, hacia:

 

1)       La corrección postural

2)       Estimulación psicomotora temprana

3)       Creación de hábitos higiénicos de vida

4)       Familiarización y paulatino perfeccionamiento de las técnicas deportivas

5)       Conocimiento básico de las reglas de los deportes

6)       Iniciación en la competición deportiva, sin grandes exigencias psíquicas y de rendimiento.

 

Esta etapa en su proyección masiva se realiza mediante la estructuración de los programas de educación física escolar a nivel primario, o sea, en edades comprendidas entre los 6 y los 12 años aproximadamente. Es importante destacar igualmente que en los primeros cuatro años de la educación primaria, los programas deben ir encaminados al desarrollo de las capacidades coordinativas, la flexibilidad, la resistencia aeróbica y la resistencia a la fuerza, mediante actividades de gimnasia, juegos y actividades físico – recreativas. Sólo a partir del cuarto grado se podrá comenzar con la familiarización de algunas técnicas deportivas mediante juegos predeportivos y deportivos ajustados a la edad de los niños (minideportes).

 

DESARROLLO DE LA RESISTENCIA AEROBICA

 

¿Qué es la resistencia? La resistencia es la capacidad física condicional que se pone de manifiesto al realizarse una actividad física duradera sin disminuir el rendimiento o lograr una rápida recuperación después de un ejercicio determinado.

 

La resistencia tiene como base la capacidad aeróbica, la cual se define como aquella capacidad que permite utilizar la cantidad total de energía disponible en condiciones aeróbicas (presencia de oxígeno), independientemente del factor tiempo.

 

Con los niños y jóvenes es realmente importante el desarrollo de la resistencia aeróbica, por cuanto es una capacidad asequible para prácticamente todas las edades desde los 6 años en adelante. Según numerosos autores, el período de mejor entrenabilidad de esta capacidad se sitúa en la pubertad, aunque este criterio no está totalmente comprobado.

 

Esto es especialmente relevante si tenemos en cuenta que los niños poseen una reducida capacidad anaeróbica, que se complementa con un empleo de los ácidos grasos libres producto de un aumento de la actividad enzimática de beta–oxidación en las mitocondrias y posibilita extraer una potencialidad energética adicional y economizar así las reservas de glucógeno que pueden ser directamente utilizadas por los músculos esqueléticos. Igualmente se ha demostrado científicamente que los niños a nivel celular tienen una mayor posibilidad de intercambio aerobio que los adultos, ya que poseen un superior número de mitocondrias, que es precisamente donde se produce este intercambio.

 

Con el aumento de la altura y el peso en la pubertad, se aprecia un notable incremento de la capacidad aerobia, con el correspondiente aumento de la capacidad de consumo de oxígeno.  

 

La capacidad de consumo de oxígeno representa el volumen de oxígeno consumido durante un esfuerzo físico e indica la capacidad que tiene el organismo de utilización del mismo. El máximo consumo de oxígeno es el resultado final de la respuesta integrada de la ventilación, el gasto cardíaco y la saturación de oxígeno de la hemoglobina, que posibilita a los tejidos consumir el oxígeno en función de sus necesidades metabólicas.

 

Hasta los 10 – 11 años, el desarrollo de la capacidad de consumo de oxígeno se mantiene en parámetros similares para ambos sexos y es a partir de estas edades, que comienzan a diferenciarse los sexos, por cuanto las mujeres alcanzan el valor máximo a los 14 – 16 años con un promedio aproximado de 2200 ml/min, lo cual explica en parte la posibilidad de este sexo de obtener altos resultados en eventos aerobios en edades relativamente tempranas. Los varones, sin embargo, no alcanzan los valores críticos hasta los 18 – 19 años, con un promedio aproximado de 3300 ml/ min. A esto se une un cambio en la frecuencia respiratoria de los niños y una mayor profundidad inspiratoria hacia la pubertad (13 – 14 años).

 

Debemos aclarar que el consumo máximo de oxígeno ya no es considerado como un parámetro absoluto ni predeterminado de la adquisición de una buena capacidad aeróbica. Por ejemplo, la capacidad de consumo máximo de oxígeno de atletas de alto rendimiento no se ha modificado de manera espectacular en los últimos años a pesar de que las marcas mundiales y olímpicas han aumentado de forma meteórica.

 

Leger y colaboradores investigaron un grupo de niños y niñas sometidos a varios años de entrenamiento de carrera y constataron que la velocidad pasó de 9,8  km / hora a los 6 años de edad a 12,6 km/hora a los 13 años, en tanto que el consumo máximo de oxígeno varió solamente desde 48 a 51 ml/Kg/min en los niños y, en las niñas, la velocidad que inicialmente fue de 9,7 km/h a los 6 años aumentó a 10,6 km/h a los 18 años y sin embargo, el consumo máximo de oxígeno disminuyó desde los 48,5 ml/Kg/min a 35,5 ml/Kg/min.

 

Para poder plantear un trabajo perspectivo a largo plazo de la resistencia en el deporte es necesario concebir al menos tres fases esenciales:

 

1)       Desarrollo de la resistencia aeróbica

2)       Desarrollo de las bases para la resistencia específica

3)       Desarrollo de la resistencia específica.

 

Por ejemplo, si un niño de 12 años se inicia en el entrenamiento sistemático y perspectivo de la resistencia, las fases se contemplarían, siguiendo el entorno de fases sensibles mencionado con anterioridad, de la siguiente manera:

 

1)       Trabajo de resistencia de base ( aeróbica) desde los 12 a los 16 años

2)       Trabajo de las bases de la resistencia específica desde los 17 – 18 años

3)       Trabajo de resistencia especial a partir de los 18 – 19 años en adelante.

 

Desde el punto de vista metodológico, es aconsejable en el trabajo con niños y jóvenes que no posean una buena base aeróbica el método de trabajo continuo, o sea, sin pausas, pues se ha demostrado que el método de intervalos reporta poco o nulos aumentos del rendimiento en estas edades. La intensidad de la carrera debe ser de baja a media para permitir lograr el estado estable.

 

El único inconveniente del método de trabajo continuo es su bajo nivel de motivación y requiere de una gran habilidad personal y profesional del docente para provocar una activa participación de los estudiantes y cumplir con los objetivos propuestos.

 

El modo idóneo para lograr un elevado desarrollo de la capacidad de resistencia aerobia, lo constituye la carrera en sus diversas formas de ejecución: carrera de resistencia (sin pausas), carreras con cambio de ritmo (correr y caminar), carrera por diferentes superficies, etc.

 

Antes de someter a un entrenamiento mediante carreras de larga duración a los niños, es necesario conocer su estado de salud y nivel de preparación, pues una misma carga puede provocar diferentes tipos de reacción orgánica en los participantes, en correspondencia con la edad, nivel de preparación, lugar donde se efectúe la carrera, temperatura y altitud.

 

Debe evitarse el abusar de la carrera por superficies duras e irregulares. Se recomienda siempre que sea posible trotar o correr en pistas o lugares con césped y evitar superficies excesivamente blandas si no se está bien preparado (fango, arena, etc.).

 

En el trabajo con niños debe priorizarse en la dosificación de la carrera la variación del volumen y no de la intensidad, ya que de esta forma se evita en cierta manera caer en una carga anaerobia debido al aumento de la intensidad. Esto, por supuesto, no quiere decir que no se aumente la intensidad en determinados momentos, sino que prioritariamente se debe dosificar o aumentar el volumen (tiempo de carrera) y  posteriormente, la intensidad.

 

 

 

 

 

DESARROLLO DE LA RESISTENCIA ANAERÓBICA

 

Para poder entender el desarrollo de la resistencia anaeróbica es necesario primeramente conocer los conceptos relacionados con esta capacidad física.

 

La resistencia anaeróbica es aquella que se realiza en cortos espacios de tiempo y a muy altas intensidades y está dirigida fundamentalmente hacia la preparación física específica. Como su nombre lo indica, este tipo de resistencia se realiza sin presencia significativa de oxígeno, lo que provoca una gran deuda de oxígeno. Según el tiempo de ejecución puede clasificarse en resistencia anaeróbica alactácida (hasta10 segundos de duración) y en resistencia anaeróbica lactácida (hasta los 120 segundos aproximadamente).

 

Capacidad anaeróbica alactácida. Es la capacidad de producir trabajo muscular mediante las sustancias almacenadas en forma de fosfatos (adenosín trifosfato (ATP) y creatín fosfato (CrP ), cuya degradación no requiere de la presencia de oxígeno y sin que exista una producción significativa de ácido láctico.

 

Los limitantes de esta capacidad son la concentración de creatín fosfato y la velocidad de reacción de la creatínkinasa.

 

Para el entrenamiento de esta capacidad se aplican cargas de velocidad y fuerza explosiva, para provocar el constante vaciado y rellenado de los depósitos de creatín fosfato, lo que provoca un aumento del tamaño de los depósitos y una mayor capacidad enzimática de la ATP-asa y de la creatínkinasa.

 

Durante el proceso de recuperación de este tipo de esfuerzo se manifiestan transformaciones glicolíticas y oxidativas.

 

Capacidad anaeróbica lactácida. Es la capacidad de poder utilizar la mayor cantidad de energía posible proveniente de la vía glicolítica  en esfuerzos máximos en un entorno de tiempo entre los 45 a 120 segundos de duración.

 

Las investigaciones realizadas en el campo de la actividad física durante muchos años han demostrado que el nivel de capacidad anaeróbica de los niños es inferior a la reportada en los adolescentes y personas adultas. Tanto en los niños como en las niñas, la potencia anaeróbica alactácida y lactácida, reducidas en la infancia, aumentan con la edad y el desarrollo físico.

 

Los estudios han demostrado como en los niños el tope anaeróbico promedio equivale aproximadamente al de una persona adulta sedentaria, lo que representa entre un 70 y un 75% de la potencia aeróbica máxima (PAM). Desde el punto de vista de la respuesta cardiovascular al esfuerzo en un tope anaeróbico se refleja que en el niño el nivel de pulsaciones por minuto es más elevada que en el adulto, lo que se manifiesta en que el niño alcanza entre 185 y 200 pulsaciones, mientras que una persona adulta las pulsaciones solamente se remontan a 160 – 185. Sin embargo, después de un entrenamiento bien dirigido y sistemático, los niños han logrado alcanzar su tope anaeróbico en un rango entre el 75 y el 85% del volumen máximo de oxígeno y un nivel de pulsaciones que se sitúa entre las 145 y 185 pulsaciones por minuto.

 

La mayoría de los investigadores consultados coinciden en que el rendimiento anaeróbico de los niños es menor cuanto menor es su edad y nivel de desarrollo físico.

 

La explicación a esta respuesta del organismo de los niños frente a un trabajo de carácter anaeróbico, puede ser debido a la acumulación de lactato en el organismo como resultado del intenso trabajo muscular, lo que provoca un aumento de los niveles de acidosis. Esto se provoca a pesar que en el niño existe una menor producción de ácido láctico que en los adultos, debido aparentemente, a la menor concentración intramuscular de glucógeno y una débil actividad enzimática de la glicólisis anaeróbica, y también por una mejor correlación en el proceso oxidación / reducción del piruvato como elemento precursor del lactato.

 

La producción energética en los niños mediante la vía anaeróbica alactácida se encuentra reducida debido, entre otros factores ya mencionados, a la menor densidad muscular en comparación con las personas adultas. Al parecer otro aspecto que incide en la menor capacidad anaeróbica es el nivel de actividad enzimática, sobre todo de la fosfofructoquinasa y lactato–deshidrogenasa, que son las enzimas fundamentales del proceso de la glicólisis anaeróbica.

 

Todo ello viene aparejado con la menor concentración de glucógeno muscular en los niños que en los adultos a pesar de encontrarse valores similares de ATP (4 ml/Kg de masa muscular activa) entre ambos estadios de desarrollo.

 

Por lo tanto, el entrenamiento por encima del umbral anaeróbico debe ser evitado en lo posible antes de la pubertad y hacerlo con cargas específicas del deporte que se practica mediante ejercicios especiales o juegos. Ya entre los 11 y 13 años de edad, el metabolismo anaeróbico lactácido se encuentra más desarrollado. Las concentraciones del glucógeno muscular se incrementan paulatinamente, no tan sólo con la edad cronológica sino adicionalmente con la edad biológica (nivel de desarrollo físico y maduración orgánica), aunque aún son inferiores que en los adultos.

 

Otros factores que al parecer pudieran condicionar el desarrollo de la capacidad anaeróbica en los niños son el desarrollo sexual y la edad esquelética.

 

 

 

En investigaciones realizadas por Fellman en l993, se encontró una correlación positiva entre la concentración sanguínea de ácido láctico y la concentración de testosterona y estrógenos en sangre. Por su parte, Potts, Rhodes y Mosher señalan una alta correlación (0,70) entre la edad esquelética (nivel de osificación) y el desarrollo de las capacidades aeróbica y anaeróbica.

 

DESARROLLO DE LA FUERZA

 

La fuerza es la capacidad que tiene el organismo para superar resistencias externas mediante la aplicación de un esfuerzo muscular determinado. Depende entre otros de los siguientes factores:

 

1.       El ordenamiento y distribución de las fibras musculares

2.       El tipo de fibras musculares que participan en el trabajo ( de contracción lenta o de contracción rápida)

3.       El grosor o hipertrofia del músculo ( corte transversal de la fibra muscular )

4.       El ángulo de las articulaciones al ejecutar un ejercicio de fuerza

5.       El incremento de la coordinación intramuscular e intermuscular

 

Es conocida la influencia que tiene la secreción hormonal de la testosterona para el desarrollo de la fuerza, debido a la acción beneficiosa que la misma ejerce en el aumento de la masa muscular activa. Esto se hace evidente en el periodo puberal en el cual se comienzan a manifestar diferencias en el desarrollo muscular entre las hembras y los varones debido, entre otras cuestiones, a los diferentes niveles de testosterona en sangre, ya que los varones pueden llegar a índices aproximados de 40 – 42 mg/100 ml, mientras que las niñas solamente alcanzan valores aproximados entre 15 o 20 mg/100 ml. No obstante esta aseveración, el aumento de la masa muscular se produce desde los primeros meses de nacido el ser humano, por lo que el peso magro (densidad muscular) y la fuerza muscular se incrementan constantemente producto de la maduración, crecimiento y desarrollo, es por ello que a partir de los 8 años aproximadamente la fuerza aumenta a razón de 2 a 2,5 kilográmetros por año, para llegar a su máxima expresión hacia los 25 años.

 

Como puede deducirse fácilmente, el nivel de testosterona con relación al adulto es muy bajo y por ello un entrenamiento donde predominen los ejercicios de fuerza con pesos, no es aconsejable con los niños antes de la fase o periodo puberal. El aumento o crecimiento humoral hace cada vez más evidente la diferenciación entre los muchachos y muchachas, sobre todo de la fuerza, de las variaciones antropométricas y del rendimiento motor.

 

De esta manera existe una correlación muy estrecha entre las variaciones antropométricas que se alcanzan en estas edades, la edad biológica y el peso corporal con el aumento de la resistencia y la fuerza.

 

El trabajo de fuerza antes de los 10 años no tiene gran repercusión entre los varones y solo a esta edad se aconseja comenzar prudentemente con las niñas un trabajo de fuerza rápida (potencia), sin que ello conlleve a un gran volumen de trabajo en comparación con las posibilidades reales de las mismas.

 

Ya de la fase prepuberal en lo adelante (12 años) se presentan mejores condiciones para el trabajo de fuerza, pues el proceso de osificación entra en una fase casi conclusiva con excepción de las epífisis de los huesos largos.

 

Es por este motivo, que no se aconseja hasta los 15 – 16 años comenzar un trabajo algo intenso de fuerza con sobrecargas, sobre todo máxima, pues las restructuraciones que se producen hasta los 13 – 14 años en las trabéculas óseas pudieran verse afectadas y crear alteraciones en la conformación ósea de los niños. El principio de Steinhaus, declara al respecto que la presión ejercida por la actividad física sobre la placa de crecimiento estimula la elongación del hueso, pero cuando la misma es excesiva puede retardarla, lo que refuerza el criterio anterior.

 

Por eso es importante tener en cuenta que solo después de que se haya completado el desarrollo y la osificación, se podrá alcanzar cierta estabilidad en el desarrollo de la fuerza. Esto lo respalda el hecho de que cuando se apresura la preparación específica de levantamiento de sobrecargas  y se emplean grandes intensidades y volúmenes en el entrenamiento y competiciones frecuentes, pueden aparecer las lesiones en los niños.

 

Los mayores resultados en el desarrollo de esta capacidad se alcanzan entre los 15 y 25 años, descendiendo gradualmente después de los 30 años si no se mantiene un nivel de ejercitación adecuado. De los 15 a los 25 años, los varones pueden alcanzar un incremento de la fuerza máxima en aproximadamente un 50 - 60%.

 

 Las mujeres a pesar de presentar un nivel similar de adaptación a las cargas de fuerza que los hombres, no podrán alcanzar los mismos niveles de fuerza ya que el nivel inferior de testosterona en sangre influye desfavorablemente en el hipertrofismo muscular.

 

Esto se demuestra claramente cuando se aprecia el porcentaje que representa la masa muscular con relación al peso corporal, que en los hombres es de un 40 – 45% y en las mujeres de solamente un 30 – 35%.

 

El trabajo de resistencia a la fuerza, entendida esta como la capacidad de resistencia al cansancio orgánico durante el entrenamiento de fuerza de relativa larga duración, se puede lograr mediante el desarrollo de la fuerza máxima o mediante el trabajo de desarrollo de la coordinación intramuscular.

 

Este trabajo conlleva un elevado volumen de repeticiones con poco peso y con una intensidad de media a baja.

 

En las edades inferiores a los 15 años, se recomienda realizar todo el trabajo de fuerza con el propio peso, con pelotas medicinales, saquitos de arena u otros objetos.

 

Entre los errores más significativos que se producen en el inicio del entrenamiento de pesas con niños se encuentran los siguientes: metodología errónea del entrenamiento, la prematura especialización, la ausencia de calentamiento adecuado, la falta de regularidad en el trabajo, la deficiente preparación técnica, el aumento inadecuado de las cargas, la desproporción entre el trabajo realizado y la recuperación de la fatiga y la despersonalización del entrenamiento.

 

DESARROLLO DE LA VELOCIDAD Y RAPIDEZ DE REACCIÓN

 

La velocidad es la capacidad física condicional que posibilita realizar bajo determinadas condiciones acciones motrices en el menor plazo de tiempo posible. Esta capacidad se encuentra íntimamente relacionada con la movilidad de los procesos nerviosos, así como con la flexibilidad y muy especialmente con el desarrollo de la fuerza rápida y un buen nivel de desarrollo de las habilidades motrices.

 

Entre los tipos de velocidad se encuentran la rapidez de reacción, la velocidad de traslación y la resistencia a la velocidad.

 

RAPIDEZ DE REACCIÓN

 

La rapidez de reacción es aquella que posibilita al organismo reaccionar ante un estímulo y producir una actividad mecánica o muscular en el menor plazo de tiempo posible. La duración de la velocidad de reacción (período latente) va desde el inicio de un estímulo cuyo umbral sea significativo, hasta el comienzo de la primera contracción muscular.

 

 La rapidez de reacción se clasifica a su vez en reacción simple y reacción compleja. La reacción simple es aquella que se produce ante una estimulación o señal determinada ya sea visual, auditiva, táctil o cinestésico, mientras que la reacción compleja o de elección es mucho más compleja y ajustada a aferencias situacionales propias del juego o actividad física que se realice. Esta última requiere de una reacción ‘selectiva` que esté ajustada a la situación (movimiento del contrario, cambio de dirección, etc.) entre un número posible de reacciones. Este tipo de reacción de elección depende igualmente de la experiencia motriz y de los conocimientos antecedentes de los niños.

 

Se ha demostrado mediante estudios y la práctica cotidiana, que con un entrenamiento sistemático esta capacidad puede ser mejorada disminuyendo el período de latencia (tiempo que media entre el estímulo y la respuesta) en casi un 50% del tiempo.

 

Esta capacidad puede comenzar a trabajarse de manera cautelosa a partir de los 7-8 años, tanto para las niñas como para los varones, con una frecuencia de 1 – 2 veces por semana. El tiempo y la frecuencia semanal deben aumentarse progresivamente hasta los 16 – 18 años.

 

VELOCIDAD DE TRASLACIÓN

 

La velocidad de traslación es la capacidad que tiene el individuo de desplazarse de un lugar a otro en el menor tiempo posible. La característica del trabajo con esta capacidad, es que los ejercicios que se utilicen para el entrenamiento solo serán eficaces si se realizan con un alto ritmo e intensidad del movimiento.

 

Para la enseñanza de la técnica de la carrera con niños y jóvenes es conveniente realizar los movimientos con una intensidad media o submáxima, con el  propósito de que se pueda realizar correctamente el patrón de movimiento y evitar posibles lesiones producto de la alta intensidad de la ejercitación. Esto se confirma ya que la velocidad se puede mejorar en límites muy estrechos, mediante los mecanismos que intervienen en la carrera: contracción muscular, relajación de los antagonistas y perfeccionamiento de la transmisión nerviosa y reclutamiento de las fibras de contracción rápida. Por lo tanto, la entrenabilidad de la velocidad con los niños no se diferencia prácticamente de la de los adultos y para ambos es mínima.

 

Entre las series de repeticiones de los ejercicios de velocidad deben incluirse como descanso activo, ejercicios de relajación o estiramiento.

 

Esta capacidad se manifiesta en los niños de 8 a 11 años con una elevada frecuencia del movimiento. Aproximadamente entre los 9-10 años de edad se alcanza la mayor frecuencia de paso.

 

Masculino: 4,44 pasos por segundo

 

Femenino: 4,00 pasos por segundo

 

A los 15-16 años aumenta la longitud y disminuye la frecuencia de pasos, la cual se estabiliza de la siguiente forma:

 

Masculino: 4,0 pasos por segundo

 

Femenino: 3,6 pasos por segundo

 

Como recomendación metodológica se establece que entre los 8 y los 11 años se incluyan ejercicios que apoyen el aumento de la frecuencia de los movimientos y el entrenamiento de la coordinación. A partir de los 12 hasta los 15 años se debe, además del correspondiente trabajo de coordinación, incluir el entrenamiento de fuerza muscular sobre todo de potencia e intensificar el trabajo de movilidad articular, particularmente en el tren inferior para evitar posibles lesiones articulares y lograr una mayor libertad y amplitud de los movimientos.

 

 

DESARROLLO DE LA FLEXIBILIDAD O MOVILIDAD ARTICULAR

 

El desarrollo de la flexibilidad o movilidad articular es muy favorable en las edades pequeñas a partir de los 6 años en adelante durante no más de una hora y con una frecuencia semanal de 2 – 3 veces.

 

Esto es importante  pues en estas primeras edades la movilidad articular es muy superior a la alcanzada a los 10-11 años, aunque se recomienda como la mejor edad para este trabajo desde los 11 a los 14 años. Las niñas pueden presentar diferencias sustanciales (mayor amplitud de movimiento) sobre todo después de los 10 años.

 

Es indispensable que no se fuercen los niños en posiciones extremas que puedan provocar lesiones ni realizar el trabajo de flexibilidad cuando los niños demuestren un estado de cansancio. La movilidad se debe trabajar hasta un umbral predoloroso. Deben realizarse ejercicios de relajación después de un trabajo intenso de flexibilidad.

 

Se deben planificar ejercicios de flexibilidad dinámicos y estáticos en una misma clase a razón de 3-4: 1 o sea, 3-4 ejercicios dinámicos y 1 estático. La velocidad o intensidad de ejecución de estos ejercicios debe ser baja. Se realizarán repeticiones por ambos lados, con o sin aparatos, de manera individual o en parejas.